Todos hemos pensado alguna vez que, si pudiéramos retroceder en el tiempo y volver a vivir nuestra vida, cambiaríamos muchas cosas; que, con la experiencia ... adquirida, la nueva vida sería maravillosa porque no cometeríamos los habituales errores que, en cierto modo, estropean nuestro breve tránsito por este mundo. Craso error. No me cabe ninguna duda de que volveríamos a repetir las mismas equivocaciones y caeríamos en iguales desatinos, pues la naturaleza humana es proclive a la iteración, a repetir comportamientos.
Nunca hubiera imaginado, tras el fin de la dictadura, que este adoctrinamiento político podría volver a repetirse y, sin embargo, aunque, a veces, no de forma tan grosera, se repite y se repite, eso sí, ahora en nombre de ciertos nacionalismos trasnochados e, incluso, de una curiosa manera de entender la democracia y la igualdad. Sí, el hombre es propenso a repetir hechos y errores, y se convence de que el adoctrinamiento es bueno si responde a sus intereses, pero malo si va contra sus ideas.
El adoctrinamiento, especialmente a los niños, ha de desaparecer. Y no sirve adornarlo de educación, porque aunque se adobe de civismo o de patriotismo, no deja de ser un disfrazado remedo de aquella FEN: Formación del Espíritu Nacional.
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