Antes los veranos eran largos periodos de tiempo en los que todo se ralentizaba, o hasta se paraba, un mes largo o más donde las ... empresas echaban el cierre y todo el mundo se iba a la playa, las noticias glosaban las fiestas de los pueblos, las avalanchas en las carreteras y los calores, entonces no tan extremos. Pero ahora las cosas son diferentes, todo sigue en marcha, nada para y fluye a una velocidad vertiginosa, los periódicos bullen, los políticos siguen en sus reyertas, los bosques arden y los plazos administrativos no dan tregua.
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En esas he estado yo a principio de agosto, con un trámite que tuve que hacer en nombre de mi madre ante el excelentísimo Ayuntamiento de Donostia. A sus espléndidos noventa y cuatro años, mi madre no está para andar por ventanillas ni despachos. Y yo de vacaciones tampoco tengo tiempo ni ganas de andar buscando la oficina adecuada, así que me puse en una terraza, con mi portátil y mis certificados electrónicos, a presentar la documentación en la Sede Electrónica de la institución municipal. Certificados, descarga de documentos, registro electrónico, incompatibilidad de navegadores, documentación escaneada previamente, justificantes y otros timbres. Fui esquivando todas las trabas, trampas y demás dificultades administrativas-informáticas como si fuera una especie de reto viral de los que tantos hay en las redes. Pero lo conseguí. Guardé todos los justificantes en la Nube y respiré tranquilo después de unos treinta y cinco minutos en completar todo el proceso, pero llegué a una conclusión. Realmente, ahora que se nos llena la boca con la inteligencia artificial y todas sus potencialidades, aún tenemos la asignatura pendiente de la administración electrónica. Ya que nos ofrecen esa ventanilla intangible abierta 24/7, quizás deberíamos empezar por saber cómo tratar con la Administración en ese mundo virtual, conocer nuestros derechos y ayudar a los que aún tienen menos conocimientos digitales que nosotros. Velando por la seguridad jurídica, pero poniendo los medios para que esta vía de comunicación sea accesible, intuitiva y eficaz. Los responsables políticos deberían hacer un trabajo de acercamiento decidido de esta herramienta a los ciudadanos (no solo a los mayores, hay analfabetos digitales en todas las generaciones, incluidas las que se denominan nativos digitales) para que podamos ejercer nuestros derechos y también, porqué no decirlo, cumplir nuestras obligaciones: pago de impuestos, multas, subvenciones, información fiscal. Y cuando lleguemos a eso, ponernos con ilusión a saber dar las instrucciones precisas a la IA. Porque esa es otra, no solo vamos a usarla para hacer vídeos falsos, canciones clonadas y simplezas similares.
El verano sigue, claro, entre atrocidades en Gaza e incendios desbocados, con temperaturas propias de Cádiz en pleno San Sebastián, donde el otro día escuché una chicharra en pleno centro. El verano sigue y ya se ven hojas crujientes de amarillo anunciando el inminente septiembre de regresos, angustias y el consuelo escaso de las fiestas mateas.
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