Una manifestante sostiene una pancarta que dice: «Shein, ¡de ninguna manera! ¡Basta de moda rápida!». Reuters

Los Campos Elíseos

Los años duelen en las rodillas, pero no hay que llorar por el mundo perdido

Viernes, 14 de noviembre 2025, 00:00

La ultima vez que visité Paris fue al día siguiente de que se terminara el encierro pandémico. Una casualidad, que me otorgó el privilegio de ... recorrer la ciudad, mi vieja dama, sin su corte de turistas emborronándola. Fue redentor, lo confieso, salvo por los Campos Elíseos, que en mi ausencia se habían convertido en un almacén de marcas con, incluso en aquellos días, colas de consumidores irredentos para entrar en los santuarios comerciales.

Publicidad

Hace unos días, allí mismo, había otra cola en forma de serpiente de casi un kilómetro, para entrar en un nuevo templo del quiero y no puedo, Shein, una marca barata que sobrevivía al abrigo de las redes y que ahora ha decidido materializarse como el mismísimo Espíritu Santo en las aceras de una de las calles más caras del mundo. En Paris, con la cola, convivía una protesta contra la marca que actúa pasándose por el arco del triunfo las condiciones de sus trabajadores y la ecología de sus productos. Y que, por lo visto, para remate ha estado vendiendo una muñeca sexual infantilizada.

No he querido escarbar en ese desierto comercial porque tengo artritis ideológica y analógica, lo que me impide entrar en esos dominios chinos que practican el acoso digital y se quedan tan anchos. Amén de muñecas y empresariado sin escrúpulos, todo parece indicar que los males no tienen remedio y que ya no hay gladiadores para contener los despropósitos, y menos aún para luchar por la fe de servidora. El mundo es un inmenso escaparate que nos ofrece el espejismo de una felicidad hecha con materias adictivas, indestructibles y contaminantes, así que al lío…

Menos mal que mi niña Rosalía ha salido acompañada de orquesta y violines, cantando con voz prístina y clerical, no sabemos si haciendo un calvo a la estupidez o convirtiéndose en la Blancanieves del cuento, pero el caso es que ahí está, dispuesta a romper la cristalería con sus 'dos' agudos y su excepcional creación 'Berghain'.

Publicidad

Mi capacidad de análisis ha ido mermando ante el desparrame de creatividad que exhibe esta vida loca. He pasado del morro prieto y ceñudo a sentarme en el mirador a ver lo que me ofrece la vida. Los años duelen en las rodillas, y en las articulaciones que se necesitan para hacer una sentadilla, pero no creo que haya que llorar por el mundo perdido, más bien por los sabios que no podrán mostrarnos la otra cara de la Luna. Sin adversarios no hay reflexión y con enemigos solo queda la inútil batalla.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

¡Oferta especial!

Publicidad