O tros han salido antes, pero todos ellos, tanto o más cuestionados que ella, lo han hecho envueltos en una suerte de celofán empapado de ... elogios y agradecimientos. A ella simplemente la han empaquetado en una caja sobre la que han dado brochazos de pintura gris. Le llegó la hora a quien durante meses se ha comentado que tenía los días contados en su cargo. No defiendo yo gestiones cuestionables, pero sí propongo añadir al de «falta de confianza» un nuevo rasero de cara a posibles próximas fulminaciones: la inoperancia. Para que la siguiente de la lista sea alguna ausente, alguien carente de gestión. Y, ya puestos, con ella se podría amortizar todo un equipo. Si Cronos quiere seguir devorando a sus hijos, ahí tiene dónde elegir.
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Porque no parece razonable atribuir de forma exclusiva la gestión sanitaria a una persona, antes bien se entiende que las decisiones son colegiadas con el órgano superior (cuando no impuestas). No resulta creíble que las medidas impopulares se hayan tomado a título personal. Más, si por ejemplo tenemos en cuenta que fue la propia jefa quien (en un gesto que le honra) pisó el barro y dio la cara en la puerta del Parlamento ante la contestación popular a una de esas medidas sanitarias.
Sin embargo, algo hay que aplaudir. Quien llega ahora tiene capacitación, disposición, talento y talante, además de una dilatada e impecable trayectoria profesional.
No te digo que te vistas, pero ahí tienes la ropa, parece ser que oyó en repetidas ocasiones la ahora defenestrada.
Sería deseable que también a ella la adornen con ropajes, cuando menos dignos, el día de su despedida.
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