Destierro

Soy un enamorado de la carrera espacial, y por eso al pensar en alguien aislado lo primero que me vino fue la imagen de Michael Collins. Luego ya llegaron más y fueron cayéndose encima como fichas de dominó: Anna Frank, Reinhold Messner y su ascenso en solitario al Everest, los topos del franquismo o Roberto Pajares, el 'Pájaro' de Lomos de Orios. También visualicé a Ortega Lara llegando a su piso de Gamonal, y esa es la historia de un hombre que no se quebró ante la vileza de otros hombres.

La paradoja del confinamiento es que es un destierro, porque ese es el sentido original de la palabra; nos envían al confín, al último territorio que alcanza la vista, nos deportan a nuestras cuatro paredes y a nuestros propios demonios, que asoman a cada rato por las vías de agua que tienen nuestras cabezas. Hay que aguantar, pasar un mes encerrado en casa es un contratiempo que quedará como anécdota si al final vencemos al virus y a la crisis económica que vendrá justo después; primero el rayo, luego el trueno, y al final una tormenta que no sabemos cuánto durará.

Estar encerrado en casa es un chiste; lo decía el entrenador croata del Handbol Amposta, Sasa Jovic: «Año 1991, un pequeño pueblo en Croacia. Nos pasamos meses en un sótano sin ventanas, sin tv, sin Netflix, sin PS4, sin poder salir a la calle porque si salías igual te caía una bomba o te alcanzaba una bala perdida. Los 14 días o alguno más me parecen de risa».