Delorean
Me avisó un amigo por WhatsApp:
– Están repitiendo la final de Copa del 84.
– ¿La de las hostias?
– Sí, sí, la de ... Maradona.
Fui corriendo hasta el salón, puse Teledeporte y ahí estaban: 22 mercenarios dándose patadas y peleando con rabia cada balón. Entre el movimiento hipnótico de sus melenas ochenteras y ese césped casi fluorescente había ratos en los que el partido parecía un videoclip de los Mötley Crüe. Eso o una escena de la película 'El Pico'.
Hemos descubierto que en este estado general de incertidumbre hay algo reconfortante en volver a ver el mundo que hemos dejado atrás. En la tele se repiten las grandes etapas del Tour, ponemos procesiones de otros años, vemos 'Camera Café' y repasamos los goles de nuestros equipos. Yo busqué el de Mijatovic en Ámsterdam, ese prodigio con la puntera de la bota, la pelota alzándose en el aire, ingrávida, lentísima, los ojos de Peruzzi vencido ya en el suelo, y de repente el balón adentro, tocando la red casi con una disculpa, la locura. No sé bien por qué lo hice, pero otra tarde, sin venir a cuento, le pedí a mi hermano que me recomendara alguna faena taurina mítica. «Busca la de Esplá en su despedida de Las Ventas». Yo entiendo poco de toros pero aquello fue como sufrir un hechizo. No sabía si mirar al torero en su éxtasis o al público que llenaba las gradas de la plaza. Gente cerca unos de otros, sin mascarillas, abrazándose y gritando '¡Olé!'; piel de gallina.
Ha sido 20 de abril. Otra vez. Este año la canción ha cumplido 30 años y ha sonado más melancólica que nunca porque es una carta al tiempo que ya se ha ido y al que no se puede regresar, al de las risas que nos hacíamos antes todos juntos. No sabemos cómo será el mundo que nos viene pero soñamos con que se parezca un poco al que conocemos, por eso estamos metidos en el Delorean de Marty McFly, mirando fotos antiguas, engañándonos un poco con esas imágenes, deseando que viajar hacia el pasado sea un regreso al futuro.
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