Hace treinta años, recién llegada a Logroño y por motivos que no vienen al caso, compartí mesa y mantel con el entonces diputado Nicolás Sartorius. ... Les recuerdo que fue un dirigente del PCE y fundador de Comisiones Obreras. Su apellido quizá les suene por otros motivos, ya que proviene de familia noble, siendo el hijo de los condes de San Luis. Para mí fue un honor conocerle, no por su origen aristocrático, sino por su ideología, debido a la cual sufrió la represión franquista. Estuvo preso en 1969, en esa época mis padres y yo íbamos a la casa de un vecino a ver El Conde de Montecristo. Ahora me parece una cruel ironía que media España estuviera en vilo por las desgracias del famoso conde de ficción mientras uno de carne y hueso se pudría en la cárcel por defender la democracia y la libertad.
Es curioso que de aquel encuentro con el histórico sindicalista solo conservo en la memoria un detalle bastante prosaico. Resulta que en la sobremesa comenté (medio en broma, medio en serio) que me estaba perdiendo el capítulo de La dama de rosa, una telenovela de gran audiencia en los 90 (aunque no tanto como su predecesora Cristal) y este hombre, que nunca había oído hablar de ese fenómeno social, se mostró interesado por los detalles. Uno de los presentes refirió con desprecio que eso era una vulgaridad de amas de casa y el ilustre invitado le profetizó lo mal que le iba a ir a la izquierda española si no comprendía la psicología de sus votantes en potencia.
Ahora los tiempos son otros, el escenario político ha perdido todo su glamour intelectual y, por ejemplo, de Pablo Iglesias sabemos qué series ve pero ignoramos si evitará desde el Gobierno la amenaza de elevar la edad de jubilación.
Les cuento esta pequeña anécdota porque me siguen gustando las telenovelas y la última a la que estoy enganchada es Hercai, una historia turca que se ha convertido en un éxito en todo el mundo. La actriz principal se llama Ebru y, como en todo melodrama que se precie, no para de sufrir y de llorar. Y se da la coincidencia de que, como pasaba en El Conde de Montecristo en Turquía también existe una Ebru de carne y hueso que merece muchas más lágrimas que la protagonista de ficción. Yo di con ella precisamente buscando en internet detalles sobre la tercera temporada. Gracias a un folletín para amas de casa he encontrado el rostro dulce y penetrante de la mujer de la fotografía. Se trata de Ebru Timtik, recientemente fallecida en una cárcel después de 238 días en huelga de hambre. Era una abogada feminista defensora de los derechos humanos que protestaba por una condena injusta. Lo cierto es que, a partir de ahora, no volveré a ver la serie con los mismos ojos, porque pensaré que quizá detrás de ese paisaje de postal hay personas sufriendo represión y torturas. En Turquía pasan cosas así todos los días, como cantaba Víctor Jara «los derechos humanos se violan en tantas partes...». Y sin embargo me llama la atención que de esta triste muerte no haya apenas un renglón en los medios de comunicación. Así que, dicho sea de paso, con el deseo de que aquella España negra no se olvide ni regrese, le dedico este pequeño espacio a la gran dama turca.
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