Casi nadie habla de la clase media. No es progresista. Lo políticamente correcto es hablar de las personas en exclusión. Vivimos en una sociedad anímicamente ... desasosegada y socialmente polarizada. La clase media se contrae desplazando a muchas familias hacia estratos inferiores. Se la describe como un colchón que amortigua la sociedad, proporcionando estabilidad social y política. Y frecuentemente se considera que debe ser el grueso de la población y el motor principal de la economía, con sus luces y sombras.
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Se habla de que los actuales hijos vivirán peor que sus padres, pero la realidad es que los padres ya viven más apretados que hace unos años. No falla la clase media, sea media o baja, es el sistema quien patina. Muchos hogares de clase media activan, frente a las dificultades que atraviesan, estrategias diversas como, buscar nuevos empleos, formarse más o ajustar los gastos. La vivienda también es un rompecabezas. El Bachillerato y la FP, son el nuevo cortafuego contra la bajada de estatus social y la pobreza. La ESO ya no protege. El dato es rotundo, si una persona no consigue completar estudios superiores a la ESO, su riesgo de caer en exclusión severa o en bajada de estatus social se multiplica.
Esta no es sólo una crisis juvenil, es una crisis de sociedad que amenaza la cohesión social, el estado de bienestar, las pensiones, la natalidad, y hasta deteriora la salud democrática. Ahora se antepone y prioriza la libertad personal a la igualdad social, y el resultado suele ser jóvenes sin poder emanciparse y familias angustiadas. Así que, más trabajo, ingresos adecuados, cotización y vivienda; mejoras en educación, sanidad y cuidado de las familias; no a la discriminación y sí a la transición energética, industrial y de servicios; entre otros planes a impulsar. ¡Pero, 'ipso facto'!
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