Los habitantes de la isla griega de Paros han convocado manifestaciones porque el turismo les ha quitado sus playas. Los lugareños protestan, se quejan de ... que no tienen espacio para disfrutar de su viejo mar Egeo mientras la costa se les llenan de turistas que descienden de cruceros y de aviones y se extienden por la arena como cangrejos sobre el cuerpo de un ahogado. El movimiento crece, lo han llamado 'La Revolución de las Toallas' y se ha ido replicando en otras zonas del Mediterráneo en las que también se ha sobrepasado ya el punto de saturación.
Puentes festivos como este nos dejan sensaciones parecidas en cualquier destino mínimamente turístico. Pasa a ratos en La Rioja como sucede también en el centro de Madrid donde el jueves se activó el nivel negro por aglomeraciones. Es la clase media mundial disfrutando de su ocio en un mundo cada vez más homogéneo en el que el turismo se ha convertido en producto de consumo masivo y popular. En este parque de atracciones para adultos se juntan las muchedumbres viajeras y a veces pasa lo que me contaban unos amigos cuando fueron a ver auroras boreales: en Rovaniemi, una remota ciudad finlandesa junto al círculo polar ártico, se encontraron a unos conocidos de Pamplona.
Yo creo que esta obsesión por la expedición exótica y singular refleja una cierta decadencia del hombre moderno, empeñado en encontrar la autenticidad en una huida constante hacia odiseas que hay que inmortalizar en stories de Instagram. El champiñón del Soriano. Unos renos en Laponia. Dos pies en la arena blanca de Playa Bávaro. Porque todos los viajes hablan siempre de uno mismo y lo dijo Julio Camba hace más de un siglo cuando su periódico lo envió con una maleta y unos billetes de avión por Europa: «Mis artículos de París, como los que más tarde escribí desde otras capitales, tenían la pretensión de estudiar experimentalmente el carácter nacional, pero el único sujeto de experimentación que había en ellos era yo mismo».
«Puentes festivos como este nos dejan sensaciones parecidas en cualquier destino mínimamente turístico»
Va a regresar este debate que surgió justo antes de la pandemia, todo aquello tan cínicamente barcelonés del tourist go home y que vuelve a asomar con fuerza porque a cada rato vemos algún nuevo síntoma que demuestra cómo se está quebrando el difícil equilibrio entre el turismo masivo y la vida de los territorios. Ahora están las señoras de Paros y sus nietos protestando con pancartas por las playas de su isla, pero el mejor meme de este fenómeno es antiguo y lo ofrece cada día la Sala de los Estados del museo del Louvre en la que se exhibe el retrato de Lisa Gherardini, la Gioconda. Todos los que hemos estado allí entendemos el fenómeno, y es divertido observar cómo se envuelve burlón en su propia paradoja, porque uno forma parte de esa molesta aglomeración de gente que se contempla siempre con rechazo en tercera persona.
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