AFP

Anecdotario

Motivos para una huelga

Sábado, 18 de octubre 2025, 22:42

Toda paz llega siempre con retraso. Lo dijo Kike Borba en la tertulia del miércoles en TVR y es una reflexión amarga, porque es cierto ... que todo lo que intenta reparar lo irreparable llega irremediablemente tarde. Han sido dos años de destrucción y tragedia, de secuestros, bombardeos y niños asesinados en el marco de un conflicto que lleva enquistado en la orilla del Mediterráneo desde finales del siglo XIX. Pero se ha logrado la paz, una paz, y por eso ha sido desconcertante la frialdad con la que parte del país ha recibido el acuerdo, una falta de entusiasmo, una tibieza suspicaz que no sé si está provocada porque el impulsor ha sido Donald Trump o por la rapidez con la que han terminado todo.

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Porque el alto el fuego de Gaza ha dejado a alguna gente sin el terreno emocional sobre el que habían construido su identidad más reciente. Lo hemos visto durante estos últimos meses: en las calles miles de ciudadanos honestos e indignados quisieron tomar partido. Se escribieron manifiestos, hubo acampadas, conciertos, protestas y marchas, hasta el presidente del Gobierno alentó el boicot a la Vuelta Ciclista en un nuevo intento de fabricar espectáculo, mantener viva la adrenalina social y prender fuego simbólico a los contenedores para que se alzara otra cortina de humo. A pesar de esa estrategia, en el pueblo sí que ardía la fiebre de una causa que se sentía urgente, pura, inaplazable, un grito por la justicia y la paz que resonaba en España y en otros lugares del mundo. Y justo cuando la tensión estaba alcanzando su clímax, llegó Trump con la noticia: había acuerdo, y la huelga general, anunciada días antes con el fervor de quien cree estar empuñando el megáfono de la historia, amaneció súbitamente vieja, fuera de tiempo.

El miércoles se mantuvo la huelga cuando Oriente Medio celebraba el alto el fuego, y a mí la convocatoria me pareció un poco como lo de esos soldados japoneses que siguieron luchando en la selva aunque la guerra ya se había terminado. La causa palestina es justa, pero la gente no es ingenua y entiende también que la huelga y los paros laborales fueron un gesto impostado, un modo de expiar la inactividad frente a los problemas que tenemos a la vuelta de la esquina. Porque a lo largo de estos años hemos ido acumulando motivos para huelgas generales, desde la crisis de la vivienda hasta la precariedad, los salarios o el deterioro de los servicios públicos, pero no se han convocado porque cuando gobierna la izquierda los sindicatos suelen entrar en modo ahorro de energía. Aunque hubo un detalle fantasmal que pudo darle sentido a la convocatoria: que el rey de España, heredero de un título arrastrado desde las arenas de las Cruzadas, sigue siendo –al menos en los pergaminos del tiempo– rey de Jerusalén.

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