Anecdotario

Como un idioma arcano

Sábado, 27 de septiembre 2025

Los concursantes de Operación Triunfo, jóvenes españoles «de la generación más preparada de la Historia», no saben leer un reloj analógico. Ocurrió hace unos días ... mientras estaban sentados a la mesa. En una pared de la cocina las agujas del reloj giraban ante ellos como en un idioma arcano. ¿Qué significaba aquel código, ese movimiento circular? Los muchachos hablaban, se hacían preguntas nerviosas y miraban aquel objeto redondo con el mismo desconcierto del que encuentra enterrado en la arena un jeroglífico egipcio. «Tendré que fingir que sé leer esto» dijo una concursante. «Literal, yo igual», respondió otra. La anécdota se ha hecho viral por algo obvio: España produce jóvenes hiperinformados y a la vez incapaces de entender lo que tienen delante de las narices.

Publicidad

No quería hablar de María Pombo y su frívolo desdén sobre el hábito de la lectura, pero la escena de OT me ha traído otra vez a la cabeza esa polémica. Cuando escuché a la influencer (casi 4 millones de seguidores entre Instagram y Tik Tok) pensé en mi abuela paterna, una mujer inteligente y sensible a la que ni la Guerra Civil ni el cuidado de sus hijos y nietos apagó la chispa de una curiosidad insaciable. Mi abuela fue un ejemplo de cultura, educación y ganas de saber, y la recuerdo leyendo o pegada a la radio para comprender el mundo. Porque más allá del contenido que uno tenga en su estantería, los cómics, los ensayos, las novelas y los periódicos afilan la comprensión lectora, una competencia básica para ser algo más libres entre tanta manipulación y engaño. Por eso no se trata de leer o no leer, no es una cuestión de agujas o relojes digitales, es la tristeza de ver a María Pombo y a los concursantes de Operación Triunfo encarnar un nuevo tipo de antiintelectualismo que ya no es el del humilde aldeano que no pudo ir a la escuela, sino el del joven que, teniendo todo a su alcance, elige no saber.

Los neurólogos afirman que un reloj de agujas es un pequeño reto matemático porque obliga al cerebro a sumar y restar para interpretar la hora (menos veinte, y cuarto, en punto), y el hábito de la lectura es también un gran entrenamiento mental. Leer no le hace a uno mejor persona en un sentido moral, pero sí estimula el cerebro e incrementa la capacidad para enfrentarnos al caos con algo más que el mero instinto. Hoy los que saben, los que de verdad tienen conocimientos parecen sospechosos porque hay cierta contestación a la ciencia y la cultura que se ejerce como acto del rebeldía; ahí están los terraplanistas, o los antivacunas dándole sentido a la frase de Bonhoeffer: «La estupidez es más peligrosa que la maldad, porque suele ser impermeable a la experiencia». Que la instalación donde se graba OT lleve el pretencioso nombre de 'Academia' es una ironía involuntaria. Eso no es una academia, es otra cosa.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

¡Oferta especial!

Publicidad