Escribir sobre árboles es un ejercicio de cierta melancolía, porque a mí me recuerda siempre a las redacciones del colegio en los que los niños ... contábamos el fin de semana o el cumpleaños de un primo, un mundo de saltos y correteos por solares descampados, mundialitos sin porterías y árboles gigantescos entre cuyas copas susurraba azul y lejano el cielo surcado de unas nubes velocísimas.
Así que con ese espíritu escolar volvemos a escribir de árboles; ya ocurrió con el olmo centenario de El Rasillo y ahora llena estas líneas un ailanto de Logroño. No se sabe con certeza cómo llegaron los ailantos a España. Es una especie invasora originaria de China y, como ocurre con otros tantos asuntos que proceden del oriente, su historia está envuelta en el misterio. El ejemplar de este artículo se alza en pleno nudo de Vara de Rey y el jueves se decidió su tala a pesar de que durante semanas se estuvo gestando algún conato de protesta por el barrio.
El acuerdo para exterminarlo reside en su naturaleza invasora, en el hecho de que nunca se plantó de forma deliberada, sino que, fruto de algún azar, una semilla arraigó ahí y demostró la capacidad asombrosa de esa especie para salir adelante; esta habilidad del ailanto para prosperar y reproducirse rápida y exitosamente es hoy un talento muy envidiable, un fenómeno que solo hemos visto en el cangrejo de río americano y en algunos ejemplares políticos del ecosistema nacional español; es una materia digna de estudio.
Van a talar el ailanto por la obligación legal de actuar contra estas plagas, que las especies invasoras se acaban descontrolando siempre y el ejemplo más pintoresco quizás sean los cuatro hipopótamos que llevó Pablo Escobar a su hacienda; tras la muerte del narco escaparon de la finca, se multiplicaron por decenas y hoy son una amenaza para la biodiversidad de Colombia y un riesgo para los pescadores del Río Magdalena. Aún así atraen turistas como todo lo que tenga el eco de aquel capo, y cuando el ejército tuvo que abatir a tiros a uno de esos hipopótamos especialmente agresivo se alzó una ola de indignación en todo el país.
Estas controversias locales son siempre anécdotas inquietantes, porque está el personal muy irascible con un cabreo difuso, general y latente, y un motivo peregrino como la tala de un árbol puede desencadenar la erupción de este volcán soterrado. No ha explotado esta vez, pero bien podría haber surgido un alzamiento popular en favor del viejo ailanto, un espectáculo de pancartas, y megáfonos, de vecinos encadenados y activistas pegando sus manos al tronco con adhesivo industrial. Porque en esta capital nuestra, hace no mucho ahí al lado, hubo manifestaciones para defender un túnel.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión