La 'Caja' y la España rural
LA PLAZUELA PERDIDA ·
Las cajas de ahorros se caracterizaban, tradicionalmente, por sus obras sociales; al no ser de accionistas privados, empleaban sus beneficios en ayudar a la sociedad. ... Eran los tiempos en que el negocio bancario era simple: pagar interés a unos, por el dinero, y cobrar a otros, algo más, por prestarlo.
En mi infancia, 'La Caja', que era el único banco del pueblo, estaba muy bien considerada por los vecinos y formaba parte del imaginario colectivo de la villa. Todos los años, algunos niños del pueblo iban a las colonias infantiles de 'La Caja' –yo estuve, con diez años, en la de Nalda–, lo que solía suponer, para muchos, su primer viaje, la primera ausencia de su casa y su familia, la primera piscina, los primeros columpios –entonces eran absolutamente exóticos en un pueblo riojano–; la primera cinta de cinematógrafo no, pues, alguna vez, los valencianos de la cabra Margarita colgaban la sábana blanca en el paseo de la iglesia y proyectaban, bajo los tilos, una película de romanos, mientras rifaban una bandeja de polvorones o un cuadro de la Virgen. Claro que eran los tiempos de la España rural llena, los años del hambre comenzaban a ceder y el trabajo en las fábricas vascongadas empezaba a llamar a los jóvenes, que cambiaban el azadón por un horario y un sueldo fijo. La oficina de 'La Caja', en la plaza del pueblo, era todo un símbolo de esperanza en el futuro.
Los tiempos cambiaron, las cajas de ahorros pasaron por problemas, a los que contribuyeron sus dirigentes, incluidos políticos y sindicalistas, y, creo que casi todas, acabaron convirtiéndose en bancos. Siguieron con sus obras sociales, que continúan siendo referente en las actividades culturales de las ciudades, pero se fueron olvidando de los pequeños pueblos, al igual que se olvidan las administraciones, que siguen eliminando servicios, poco a poco, y consiguiendo que la España rural esté cada vez más vacía. El último golpe, en la villa que me vio nacer, ha sido la desaparición de la oficina de 'La Caja'. Ahora irá, una vez a la semana, un autobús, sucedáneo de la oficina. O sea que «poco y mal». Ya sabemos, como decía mi abuela, que «mucho y bien, la paloma lo vuela», pero esto suena a un abandono más, como se fueron: médico, veterinario, maestros, secretario, cura, escuelas... Ya se empieza a rumorear que quieren suprimir la consulta sanitaria de los pueblo pequeños. Sería la puntilla, pues nadie parece caer en la cuenta de que la mayoría de los residentes son jubilados, con problemas para desplazarse.
Ahora es 'La Caja' la que desaparece, pero es un símbolo. A los pequeños pueblos no los quiere nadie, más que para huir del contagio del coronavirus. Es una pena.
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