El domingo por la tarde aterrizó en Agoncillo un jet privado que vino desde Japón. Era Shigenobu Nagamori, un millonario nipón con negocios en ... La Rioja. Cuando lo leí me entró hambre, porque cada vez que escucho hablar de un jet privado me viene a la cabeza lo que decía Kapuscinski de los europeos que habían hecho fortuna en África; eran nuevos ricos, millonarios repentinos a los que describía «masticando pollo a bordo de un cómodo avión».
Yo no he ido nunca en jet privado, lo más parecido fue lo de aquellas fiestas de San Mateo en las que una amiga estuvo trabajando de azafata -camarera en un autobús de dos plantas que por dentro era una especie de discoteca-. Aquel autobús chiflado era la acción publicitaria de una marca de ron, y en cuanto dijo «¡Subid!» nos montamos todos en ese carrusel móvil, cogimos unos cubatas y nos fuimos a bailar al piso descubierto de arriba como jugadores de fútbol que estuvieran celebrando la Copa del Rey.
Aparte del Air Force One, el jet privado más famoso es el Starship, un mamotreto con alas que alquilaban las estrellas del rock de los 70. Eran legendarias las orgías que montaban los Led Zeppelin a bordo de aquel Boeing 720 que también usaron los Rolling Stones y Deep Purple; al final lo desguazaron pero su leyenda, como la del Cid, se acrecienta con el tiempo. Hace poco Maluma se compró un jet. En realidad es un símbolo eso del avión privado, un rollo fálico y ostentoso, perfecto para una estrella del reguetón. El suyo es negro, brillante y tiene una corona estampada en la aleta de cola. Maluma se emocionó mucho al verlo, se conmovió tanto que empezó a gimotear y a hacer pucheros. El propio cantante subió un vídeo que recoge ese momento; no lo vean.
Hay que estar agradecidos al señor Nagamori por aterrizar en nuestro aeropuerto y darle uso, así al menos comprobamos que la instalación funciona. Es noticia que aterrice un avión en Agoncillo, porque aquí lo único que surca el cielo son las nubes de estorninos que regresan cada otoño a devorar los racimos sin recoger, manjar para los pájaros que cruzan el cielo vacío de la tierra con nombre de vino.
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