Se ha hablado con profusión de los sucesos de Torre Pacheco, pero hay cuestiones en las que conviene repasar. O ampliar matices. Entre otras cosas ... porque los difusores del odio no dejan expandir su basura ni un solo instante. De modo que no se trata de difundir buenismo o de evangelizar las conciencias con preceptos humanitarios sino de desbaratar el burdo pero eficaz argumentario de neonazis, xenófobos y dirigentes de Vox. Un partido y unos dirigentes sobre los que recae la mayor parte de la responsabilidad en este asunto. El anuncio de su inverosímil y disparatada deportación de millones de inmigrantes ha estimulado a los fanáticos de la pureza de sangre a peregrinar a Torre Pacheco.
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Más allá del hecho puntual, y de momento contenido, que ha incendiado las noches de esa localidad murciana, habría que destacar la constante contradicción en la que caen Vox y sus simpatizantes. Nacionalistas a ultranza, arremeten contra el nacionalismo catalán o vasco. Al mismo tiempo que cuestionan las autonomías trabajan a destajo contra el europeísmo. No es que estén en contra de compartimentos estancos al estilo catalán. Lo único que cuestionan son los kilómetros cuadrados que deben tener esos compartimentos. España como ente de cultura y raza únicas. Bloque autónomo y con las fronteras perfectamente delimitadas. Más o menos como desean en Junts, Esquerra, Bildu o entre los herederos de Sabino Arana con propensión a medir cráneos y delimitar etnias.
Reducir el complejo asunto de la inmigración al blanco y negro. O al blanco y moro. O, mejor dicho, al blanco y moro pobres. Porque Lamin Yamal o los árabes que atracan sus yates en Marbella pueden pasar por blancos. Y por católicos, apostólicos y romanos si hiciera falta. La cuenta corriente es la mejor lavadora de piel. La delincuencia no está asociada a la inmigración. A lo que está asociada la delincuencia es a la pobreza. No hay un gen maligno que impulse al robo a los africanos o latinoamericanos. Ni el hecho de haber subido a una patera los convierte automáticamente en individuos asociales. Los charnegos de Cataluña o los maketos del País Vasco eran charnegos y maketos por su baja extracción social. Los notarios o altos funcionarios murcianos o andaluces que llegaban allí no eran charnegos ni maketos. Recibir a miles de pobres y gestionar su integración salvando además la diferencia cultural es un asunto que requiere algo más de sensibilidad e inteligencia que la de los perros ladradores y los panfletos electorales de Vox. Sobre todo cuando el sostenimiento de la economía depende en gran parte de ellos, de los moros, negros y sudacas salvadores de pensiones.
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