Cuando el maldito coronavirus mutó nuestras vidas, creció exponencialmente la cifra de fakes o noticias falsas, sobre todo en las redes sociales. Pese a ... las advertencias profesionales, mucha gente respondió que ya tenía edad para saber diferenciar entre una verdad de una mentira. Meses después, leo el siguiente post en un grupo de WhatsApp, que resumo:
«Curioso este virus que unas veces ataca a mayores con patologías previas, y después a jóvenes sanos. Que ataca a niños de 7 años, pero no a los de 6. Que ataca a unas horas y a otras no. A partir de la 1 de la madrugada, es mortal. Si sales con el perro no te ataca pero si sales con tu hijo, sí. Si sales a correr no necesitas mascarilla, si sales a pasear, sí. Que ataca en discotecas, garitos, pero no en puticlubs. Que ataca más a los ancianos que están en residencias que a los que viven con su familia. Que ataca en España, pero no en Portugal o en Francia (...). Un virus letal que mata en primavera, en agosto se va de vacaciones, y vuelve a matar en otoño. Madre mía. La trama que nos están urdiendo para un cambio de régimen».
El problema es que hay mucha gente, demasiada, que esto se lo cree. ¿Que el COVID-19 no mata en Francia?: 30.706 fallecidos. ¿En EEUU?, 189.000 muertos. ¿En todo el mundo?, 860.000. Y toda esta masacre, para cambiar el régimen del 78 en España, impulsada por 'comunistasbolivarianosperroflautas', según la derecha extrema.
No nos extrañe que Trump sea el 'emperador' del universo, que los terraplanistas aumenten y que nuestra civilización camine por el filo de la navaja.
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