Sánchez se planta frente a la OTAN en plena ansiedad del PSOE por la actitud de sus socios
Asediado por el 'caso Cerdán', el presidente comunica a Rutte que España rechaza elevar el gasto militar al 5%
Estaba previsto que Pedro Sánchez acudiera este jueves al Congreso de Comisiones Obreras en Madrid, pero a última hora del miércoles, después de un pleno parlamentario ... muy duro y de unas reuniones en las que pudo medir el escepticismo de varios de sus socios parlamentarios respecto a la viabilidad de la legislatura, Moncloa comunicó un cambio en la agenda. Y a media mañana, puso en circulación una noticia que, al menos por unas horas, permitió a los socialistas respirar al margen del bucle angustioso en el que se encuentran desde que estalló el escándalo de corrupción que forzó, hace una semana, la dimisión de su secretario de Organización, Santos Cerdán y que evita un nuevo incendio con el bloque de investidura: su plante frente a la propuesta de la OTAN de elevar al 5% del PIB el objetivo del gasto en defensa.
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La oposición del Gobierno a esa cifra, puesta sobre la mesa por Donald Trump hace meses, era conocida. En varias ocasiones la había tildado ya de «arbitraria», pero lo que faltaba por ver era cómo gestionaría el presidente la relativa facilidad con la que el resto de aliados la había empezado a dar por buena, de cara a la determinante cumbre de la Alianza Atlántica fijada para los días 24 y 25, la semana que viene, en La Haya, en un contexto internacional y europeo tensionado por la amenaza rusa y el conflicto en Oriente Próximo.
En una carta al secretario general de la organización, Mark Rutte, Sánchez esgrimió ayer que «no solo no sería razonable sino que sería contraproducente» que España incremente su inversión en defensa hasta esos niveles en un espacio tan corto como el planteado en la propuesta de declaración conjunta que la víspera hizo llegar el neerlandés a los 32 países de la Alianza Atlántica; de aquí a 2032, aunque a petición de Reino Unido e Italia la fecha se llevará a 2035. Alega que pondría en jaque la sostenibilidad de sus cuentas y que sería incompatible con el mantenimiento del Estado de bienestar.
El jefe del Ejecutivo asegura que no tiene intención de vetar nada (las declaraciones de la OTAN requieren unanimidad) y que no se opone a que otros países se comprometan con la elevada cifra, pero reclama que se exima a España de ese elevado compromiso o al menos su articulen fórmulas para flexibilizarlo. El esfuerzo que tendría que realizar nuestro país para cumplir sería tremendo, de hasta 80.000 millones de euros al año.
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Sánchez ya anunció el pasado 22 de abril una inyección de 10.471 millones para poder cumplir en este año con el compromiso del 2% fijado en la cumbre de Cardiff de 2014. Su idea inicial, según lo firmado en Madrid hace dos años, era alcanzar ese porcentaje en 2029, pero la presión internacional pudo más. Sus socios de la izquierda, especialmente Podemos, que lo llama «señor de la guerra», no han dejado de recriminárselo.
Para llegar a ese 2%, que hace apena unos meses parecía inasumible sin nuevos Presupuestos, el Ejecutivo buscó el modo de no tener que recibir el permiso del Congreso. Reorientó partidas de las cuentas en vigor o tiró de ahorros. Pasar al 5% del PIB exigiría, en cambio, una autorización que, en estos momentos, resulta materialmente imposible, por la composición de la Cámara y por el momento crítico en el que se encuentra la legislatura.
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El aviso del PNV
De puertas afuera, el núcleo duro del Gobierno sigue dando por sentado que podrá aguantar hasta 2027 sin elecclones. Ayer el ministro de la Presidencia, Félix Bolaños, se felicitó de haber sido capaz de ganar cuatro votaciones en el Congreso (solo una, la ley orgánica reguladora del derecho de asociación, con carácter legislativo). Pero la ansiedad se ha apoderado de su partido.
Aunque los socios de la izquierda votaron en contra, la abstención del PNV y Coalición Canaria permitió que saliera adelante en la Cámara una moción del PP que insta a Sánchez a dar explicaciones urgentes por la trama de corrupción de lo que la portavoz del Ejecutivo, Pilar Alegría, definió el martes como «el triángulo tóxico»formado por Cerdán, José Luís Ábalos y Koldo García. Pero lo peor, según admiten miembros del propio Ejecutivo, es saberse al albur de lo que, a partir de las grabaciones requisadas por la UCO, todavía pueda seguir saliendo.
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Por lo pronto, Sánchez ha convertido el pleno del día 9, en el que prometió rendir cuentas por el 'caso Cerdán' en un «buen gazpacho», en palabras del portavoz de ERC, Gabriel Rufián, y diluirá el asunto con reportes de sus próximas tres citas internacionales.
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