Ábalos y Cerdán lastran al PSOE a las puertas del ciclo electoral que abre Extremadura
En los territorios avisan de que la denuncia de un «acoso judicial» moviliza a las bases pero no mueve votos
Este fin de semana se cumple el primer aniversario de un congreso socialista, el número 41 de su historia, en el que Pedro Sánchez logró ... que el partido formara un testudo como aquel que, muy pegados entre sí, construían con sus escudos los soldados romanos para protegerse de las armas enemigas durante sus asedios. Un congreso que consolidó a Santos Cerdán, ya entonces bajo sospecha por su relación con Koldo García y por el señalamiento del empresario Víctor de Aldama, como secretario de Organización del PSOE y con el que el presidente del Gobierno dio el pistoletazo de salida a una estrategia destinada a la recuperación del poder territorial perdido. Un año después el objetivo hace aguas.
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El PSOE encara la apertura de un nuevo ciclo electoral, que dará comienzo en la noche del jueves al viernes con el arranque de la campaña para los comicios de Extremadura del 21 de diciembre, en una situación muy delicada. En menos de dos semanas se han sucedido la condena del fiscal general del Estado, Álvaro García Ortiz, por parte del Tribunal Supremo; un informe de la UCO que, según reconocen en el propio Ejecutivo, «apuntala los indicios» contra Cerdán; y, este último jueves, la entrada en prisión preventiva de quien fuera hombre fuerte del Gobierno y el partido hasta julio de 2021, José Luis Ábalos, aderezada de intentos de salpicar al propio Sánchez.
A las malas noticias en los tribunales se añade la constatación, durante la votación de la senda de estabilidad, ligada a los Presupuestos, de que la compleja mayoría que permitió a Sánchez retener el Gobierno tras las generales de julio de 2023 se ha evaporado. Un mix peligroso.
En Moncloa y en Ferraz insisten en minimizar los golpes e incluso han llegado a aferrarse a la eventual reacción del electorado progresista frente a la decisión del alto tribunal contra García Ortiz como gran catalizador. Pero varias fuentes del partido, en distintos territorios, ponen en duda que la creencia de que desde los tribunales se ha producido un ataque político vaya a servir para contrarrestar lo que un buen conocedor del terreno en Castilla y León –dónde las elecciones se esperan en marzo– describe como un sentimiento de «apatía».
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«La condena ha aguijoneado a la militancia y se han levantado ciertas ganas de plantarle cara a la derecha», dice un veterano cargo de Andalucía, la otra comunidad con elecciones en 2026 . «Pero una cosa es movilizar a la militancia y otra al electorado», conviene. Otro 'fontanero' con una nutrida red de contactos en todas las federaciones lo resume bien: «En Carabanchel no saben quién es García Ortiz, pero la Paqui...», ironiza en alusión a la mujer de Cerdán, que, según la esposa del socio de este, Antxon Alonso, 'quemaba' la tarjeta de la constructora Servinabar en El Corte Inglés.
Las expectativas para los socialistas son malas. Incluso en Aragón, donde el partido también se prepara para un posible adelanto por parte del popular Jorge Azcón. El único magro consuelo es que el líder del PP tampoco está para sacar pecho. «Internamente, en el partido cunde la depresión y externamente estamos viendo que se consolidan las transferencias al PP o a la abstención (más a lo segundo que a lo primero), lo que apuntala una mayoría clara par el bloque de derechas», reconoce un dirigente territorial. «Ya como se lo repartan dependerá de la torpeza de Feijóo», añade.
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«Saldremos mal en todos»
«El viaje este en el que se han metido no va a ser muy triunfal –apuntaban también este viernes en el partido a la vista del sondeo preelectoral del CIS en Extremadura–, aunque es verdad que nosotros saldremos mal en todos los sitios». La popular María Guardiola convocó elecciones para tratar de librarse de la dependencia de Vox y la encuesta apunta a que lo necesitará aún más.
En el PSOE están convencidos de que esa va a ser la tónica en todos lados. Solo salvan, en su caso, a Azcón, que tendría como rival a la portavoz del Ejecutivo y ministra de Educación, Pilar Alegría. En Castilla y León, donde se percibe a Alfonso Fernández Mañueco muy «tocado» y en Andalucía, donde el propio Juanma Moreno asumió ya hace semanas que, tras el escándalo de los cribados de cáncer de mama, revalidar la mayoría absoluta costará mucho, la formación de Santiago Abascal se ha fortalecido. Y el grave caso de corrupción en la Diputación de Almería no ayuda al PP.
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Sánchez confía precisamente en que, una vez más, ese auge de la ultraderecha sirva como reclamo de última hora cuando sea él quien llame a las urnas, sea en 2027, como asegura, o el próximo año, como creen ya muchos de los grupos parlamentarios. Pero lo que asumen todos en el partido es que esa estrategia con la que supuestamente pretendía refozar las federaciones del PSOE, al frente de las cuales impulsó a varios de sus ministros, no se traducirá en buenos resultados electorales.
En el PSOE extremeño aseguran que el impacto de lo ocurrido en las últimas semanas con Abalos y Cerdán será «limitado». Pero ellos mismos se presentan a los comicios con la desventaja de tener un candidato. Miguel Ángel Gallardo, con un pie en el banquillo por la contratación irregular del hermano de Sánchez en la Diputación de Badajoz. El 9 de febrero empieza su juicio. El varapalo en una tierra gobernada por los socialistas durante 36 de los últimos 42 años se da por descontado.
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En Castilla y León, el PSOE – liderado por el alcalde de Soria, Carlos Martínez desde la defenestración de Luis Tudanca (enfrentamiento con Cerdán mediante)–, sí cree que podría incluso ser primera fuerza, pero, como le ocurrió al propio Tudanca en 2019, no podrá formar Gobierno porque su victoria se cimentará sobre la división de una derecha que junta le deja sin opciones.
Y no hay más que oír hablar a María Jesús Montero y a su entorno para entender que, aunque la vicepresidenta primera haya logrado insuflar algo de ánimo a una federación hundida, tiene interiorizado que Moreno revalidará en Andalucía. La también ministra de Hacienda dejará el Gobierno a las puertas de la campaña tras presentar unos Presupuestos que ya se saben fallidos y una reforma de la financiación de dudoso éxito. Y con ella se irá, para perder, un puntal del Ejecutivo.
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