Clara Ibaibarriaga toma una muestra de las barricas Justo Rodríguez
Enoturismo

Betolaza. Una bodega de agricultores

En Briones, cuatro generaciones atrás, la familia Betolaza comenzó a hacer vino con las uvas que recogían en sus viñas. Ellos siempre han sido agricultores, y elaborar vino era la consecuencia natural de su actividad

César Álvarez

Logroño

Sábado, 29 de noviembre 2025, 09:45

Los hermanos Ibaibarriaga –Francisco y Clara– siguen la tradición familiar. Ya sus abuelos comenzaron a elaborar sus vinos. Lo hacían porque su actividad profesional era ... la de agricultores y la salida natural era, o vender la uva, o hacer vino para venderlo ellos mismos.

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Elaboraban su vino (de maceración carbónica, como todos los que se hacían en las casas) en los lagares y depósitos de hormigón de los que disponían en la parte baja de su vivienda.

Los datos

  • Visita a la bodega y calado

  • Incluye: Recorrido guiado por la bodega, en el que se explica la elaboración y crianza, y finaliza con la degustación de los vinos en el calado familiar, con un aperitivo.

  • Duración: 90 minutos.

  • Precio: 18 euros.

  • Actividad vitícola con almuerzo y visita a la bodega

  • Incluye: Recorrido por los viñedos en 4x4 con explicación de las labores del campo, almuerzo en la viña, visita guiada a la bodega.

  • Duración: 150 minutos.

  • Precio: 44 euros.

  • Cata en el calado

  • Incluye: Cata sin necesidad de visitar la bodega.

  • Duración: 90 minutos.

  • Precio: Cuatro vinos de la familia (17 euros), cuatro vinos premium de Betolaza (26 euros), Tres monovarietales (34 euros)

Así continuaron haciéndolo sus hijos y también sus nietos, entre 2000 y 2006. Fue entonces cuando abandonaron aquellos usos tan 'arcaicos' pero también tan queridos (como el 'echar' las uvas a los lagares desde un pequeño ventanuco abierto en la parte baja de la fachada).

Prácticamente enfrente de la casa familiar, se construyó la actual nave de Bodegas Betolaza y comenzaron a elaborarse 'otros' vinos, abandonando la maceración carbónica como signo exclusivo de la casa.

Lo que no se abandonó nunca es la vocación agrícola de la familia (solo ellos trabajan sus tierras, salvo en momentos puntuales como en la espergura o vendimia, cuando recurren a cuadrillas). El vino nace en la viña y así empieza cualquier visita que se haga a Bodegas Betolaza. Se introduce al enoturista en la historia familiar y luego se acude a ver los viñedos. El que se visita habitualmente es el del paraje denominado El Calvario (una ermita da nombre a la zona), donde la familia dispone de un chozo o guardaviñas desde el que se puede apreciar la riqueza de una de las principales zonas vinícolas de Rioja.

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Allí Clara o Francisco, que son quienes guían las visitas, explican a los visitantes la peculiaridad del terreno, les hablan de variedades y dependiendo de la época del año en la que se encuentren, incluso pueden invitar a los visitantes a participar en labores como la poda, la vendimia...

Esa primera parte, sirve también para poner en valor el trabajo de los agricultores. «Ellos trabajan el viñedo que es el que decide qué se hace cada año y cómo», señala Clara, con una clara admiración hacia las gentes del campo, entre las que ella se encuentra («ahora cuando la vid acabe de tirar toda la hoja, mi hermano y yo iremos a podar», admite).

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La continuadora de la saga de los Betolaza señala que la bodega cuenta con 8 referencias, «pero no todos los años se elaboran las 8. El campo nos dice lo que podemos hacer», comenta. «Y nosotros, como hacemos un muestreo previo a la vendimia, sabemos ya antes de recoger la uva qué vamos a poder hacer», añade.

Con los datos que les da el muestreo, los 'Betolaza' planifican sus elaboraciones y vendimian por separado, por orden. «Por ejemplo, si vamos a hacer crianza, vendimiamos las uvas con las que lo vamos a hacer. Las llevamos al depósito en el que van a estar sólo ellas y cuando acabamos, vendimiamos otras uvas, para otros vinos, y siempre van a depósitos separados».

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Bodegas Betolaza inició su actividad como elaborador de vinos de maceración carbónica

En 2006, la familia comenzó a elaborar crianzas, y «cuando la viña lo permitía», también reservas

La tercera generación, con el ímpetu juvenil, amplió la gama de vinos hasta las ocho referencias diferentes

La bodega no tiene una producción grande. La familia cuenta con 11 hectáreas, con viñas que van desde los 3 a los 105 años, «y según lo que nos den, y cómo, tendremos unos vinos u otros», confirma.

Lo normal suele ser elaborar vino con unos 80.000 kilos de uva de media. El cómo se trabaja en la bodega lo puede ver el visitante, paso a paso.

Desde la recepción tras la vendimia –siempre manual–, y su paso por la tolva que ha sustituido al viejo ventanuco de los abuelos, a la despalilladora. Después continúa por las fermentaciones en los depósitos de acero inoxidable y su crianza en las barricas de roble francés y americano, tanto de 225 como de 500 litros.

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En el interior de la bodega las cosas han ido variando con el cambio generacional. Si el abuelo únicamente hacía vinos de maceración carbónica, el padre de Francisco y Clara dejó esos vinos para elaborar crianzas y –cuando el campo lo permitía– también algunas botellas de reserva.

El impulso de los más jóvenes ha llevado a abrir mucho más el abanico. Cuando los hermanos tomaron el timón de la bodega, a partir de 2015, la gama se amplió y comenzaron a elaborar (siempre bajo el asesoramiento de Fernando Vadillo) un vino joven, un crianza, un reserva, un blanco, un blanco fermentado en barrica, dos vinos de parcela e incluso un CVC (conjunto de varias cosechas). Pero no todos los años elaboran las ocho... y las que se elaboran, no tienen prisa por ponerlas en el mercado. «De hecho, nosotros creemos que el vino de La Rioja Alta necesita tiempo en botella. A mí me gusta mucho más el vino joven cuando está al final de su ciclo y ha pasado bastante tiempo en la botella», apunta Clara.

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Esos vinos –que principalmente se dirigen al mercado nacional aunque ahora ya comienzan a salir tímidamente al extranjero– se pueden degustar en el calado que la familia tiene en uno de los rincones de la localidad y que está perfectamente acondicionado para que tanto el Club de Amigos de Bodegas Betolaza como los visitantes puedan disfrutar de los vinos con comodidad.

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