El consumo mundial de vino retrocede el 7,5% desde 2018 tras bajar otro 2,6%

El mundo bebió el año pasado 221 millones de hectólitros de vino, 18 menos que en el 2018, lo que supone un descenso del 7,5%, mientras que en el último ejercicio, la caída fue del 2,6%. Un dato inquietante, aunque el más significativo del ejercicio pasado fue la caída de la producción mundial, muy condicionada por la sequía, hasta el punto de que la cosecha del 2023 fue la más corta desde 1961 con 237 millones de hectólitros y un recorte en el hemisferio sur del 15% respecto al año anterior.

España, tercer productor mundial de vino, tuvo también una muy mala cosecha en cantidad (28,3 millones de hectólitros) por la sequía y muy lejos de los 44 millones de hectólitros de 2018, cuando incluso llegó a superar a Francia como primer productor mundial.

La pobre cosecha en cantidad tampoco es que venga especialmente mal ante la crisis de comercialización y consumo existente. De hecho, la OIV estima para 2023 un superávit de oferta respecto a la demanda de vino de unos 16,1 millones de hectólitros, un exceso que se verá amortiguado porque se destinan cada año entre 25-35 millones de hectólitros de vino a diferentes usos (vinagre, destilados u otros productos industriales).

La superficie vitícola mundial baja por tercer ejercicio consecutivo, un 0,5% en 2023 respecto al año anterior, aunque España continúa liderando el ránking de viñedos. El año pasado se perdieron 10.000 hectáreas en el país y son casi 30.000 menos que las que había en el 2018. Aún así, España conserva el 13,1% del viñedo del mundo (945.000 hectáreas), seguida de Francia, con el 11% del total y un 0,4% menos que en 2022 (3.000 hectáreas); de China (10,5% del total y 756.000 hectáreas menos) y de Italia (10 % del total, con 720.000 hectáreas y en este caso con un crecimiento el año pasado de 2.000 hectáreas).

Desde 2018, la superficie plantada de viñedo para vinificación a nivel mundial ha perdido 150.000 hectáreas, es decir, un 2,04% de la superficie plantada. El mayor problema, además del cambio climático y cómo puede afectar a la producción mundial en los próximos años, está en el consumo, que continúa a la baja.

El mundo bebió un 2,6% menos de vino que en el 2022 y, pese a que en España, sexto consumidor en volumen, mejoró ligeramente el 0,2%, la tendencia de la caída es importante al bajar de 10,7 millones de hectólitros en 2018 a 9,8 a finales del ejercicio pasado. De hecho, el descenso del consumo el año pasado fue generalizado entre los cinco primeros bebedores de vino del planeta: Estados Unidos (-3%), Francia (-2,4%), Italia (-2,5%), Alemania (-1,6%) y Reino Unido (-0,3%).

El mayor país consumidor per capita de vino es Portugal, con 61,7 litros por persona y año, seguido de Francia, con 45,8 litros; Italia, con 42 litros; Suiza, con 31,8 litros, Austria, con 30,1 litros; Alemania, 26,6 litros; Australia, con 25,5 litros; y República Checa, con 24,4 litros, mientras que España ocupa el noveno lugar, con 24 litros por persona y año, muy atrás para ser uno de los grandes productores mundiales. En la presentación del informe, el director general de la Organización OIV, el neozelandés John Barker, se mostró muy preocupado por cómo puede evolucionar el consumo de vino tras un escenario de pandemia, los conflictos bélicos, además de los efectos colaterales perniciosos como la inflación y el aumento de los costes de producción.

Las exportaciones bajaron en volumen un 6,3 % en 2023, hasta 99,3 millones de hectolitros y algo menos en valor, un 4,7 %, hasta sumar 36.000 millones de euros gracias al incremento en un 2% del precio medio del vino comercializado, que se situó en 3,62 euros por litro, máximo histórico.

La tendencia continúa confirmando un desplazamiento del consumo de vinos tintos hacia blancos y rosados y hacia segmentos premium, lo que sitúa a España, y a Rioja, con el pie cambiado, mientras que Italia, gracias al Prosecco, continúa siendo el país más dinámico.