Leo la magnífica tribuna que el catedrático de Viticultura de la Universidad de La Rioja Fernando Martínez de Toda escribía para Diario LA RIOJA ... y me pregunto cuáles son en realidad las funciones de un consejo regulador. El sector, el que se sienta en la mesa al menos, decidió hace ya un año que la estrategia para hacer frente a la crisis de RIoja, y del propio sector del vino, debía ser no hacer nada y esperar la ansiada recuperación de ventas y, mientras tanto, solicitar a las administraciones públicas dinero público a mansalva para destruir uvas y quemar vino. «Ganar tiempo», decían sus dirigentes, confiando en que los consumidores vuelvan a darse al pimple de botellas con la contraetiqueta Rioja.
En Burdeos, que de prestigio anda al menos todavía mejor que Rioja, optaron por subvencionar arranques voluntarios de viña, al tiempo que por las destilaciones, mientras que aquí, en dos campañas, se habrán pulido más de 60 millones de euros, la mayoría aportados además por el limitado erario riojano, para quedarnos prácticamente como estábamos y sin hacer adoptado medida estructural alguna. Desconozco si un arranque financiado y voluntario tendría éxito en Rioja, pero después de leer a Martínez de Toda que prohibir algo tan sencillo como el riego del viñedo nos ayudaría, y mucho, a dejar de sobreproducir y a ajustar los rendimientos de forma natural, la pregunta que me hago es cómo no se le ha ocurrido ni a los servicios técnicos ni a los dirigentes ni a las organizaciones que se sientan en la mesa del Consejo. Presupongo que si nadie ha puesto el tema encima de la mesa es porque realmente no interesa dejar de seguir sacando 12.000 o 15.000 kilos en determinadas parcelas de viñedo, cuando, según el pliego de condiciones, ninguna debería producir más de 6.500 kilos por hectárea.
Recuerda el veterano profesor que una viticultura de secano no sólo es posible, sino que hasta 1996 estaba prohibido el riego del viñedo para la uva de vinificación salvo de apoyo en zonas con menos de 400 mm al año y, aunque evidentemente ahora tenemos la presión del cambio climático, me parece que es absolutamente factible cerrar el grifo y abrirlo únicamente por prescripción expresa de los servicios técnicos del Consejo Regulador si realmente se necesita por sequía o riesgo para las plantas.
Hace bastante menos tiempo que en 1996, en Rioja estaba prohibido regar a partir de agosto -aunque en vísperas de la fecha límite había más pajaritos bailando en determinadas viñas riojanas que en Benidorm con María Jesús y su acordeón-, así que supongo que no sería un sistema difícil de habilitar, pero la realidad es que para reducir producción hay que querer hacerlo. Tengo constancia de que el Gobierno Vasco, y luego nos extrañará que pidan su denominación propia, ya ha dejado claro en al menos un par de plenos que lo de pedir dinero público está muy bien pero que dónde está el compromiso del 'sector' para contribuir a producir menos y apostar por la calidad.
Ojalá que el cenizo que escribe estas líneas se equivoque y en 2025 no haga falta pedir más dinero para el sector del vino porque las ventas van como un tiro y se ha autorregulado, pero me temo que nos veremos en las mismas, eso sí, con el negociete del vino de mesa intacto que a este paso acabará siendo más rentable que el del propio Rioja. ¿No me cree? Pinche aquí y divida por 12, y luego aquí, sin dividir
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