Siglo y cuarto con los necesitados
La retina de la memoria ·
La Cocina Económica se inauguró un 27 de septiembre de 1894, por lo que está a punto de cumplir 125 añosLa edición del periódico LA RIOJA del 27 de septiembre de 1894 recogía en su portada que «hoy se inaugurará la Cocina Económica con el ... ceremonial marcado en el programa de festejos, sirviéndose las raciones de once a doce de la mañana y de seis y media a siete de la tarde». Desde entonces y sin fallar un solo día, la emblemática institución logroñesa está a punto de cumplir 125 años 'alimentando vidas' (lema escogido para su aniversario) y atendiendo a las necesidades de la sociedad a la que presta servicio.
Porque como enfatiza otro de sus eslóganes, la Cocina Económica de Logroño es 'más que un comedor'. Fue don Augusto Plasencia y Farina, conde de Santa Bárbara, un maestrante coronel de artillería andaluz, quien puso en marcha esta entidad en las postrimerías del siglo XIX. El conde de Santa Bárbara, ya viudo y con una edad, se trasladó desde Sevilla a Logroño, una ciudad a la que no le unía más vínculo que el que fue la cuna de su difunta esposa.
Don Augusto se apeó en una ciudad de provincias que en esa última década del siglo XIX vivía su mayor estirón urbanístico y social. Este aumento de habitantes obedeció a la inmigración de mano de obra, que absorbían la industria y el campo logroñés. El burgo florecía; pero en su seno, entre un vecindario laborioso y acomodado en general, se contaban unos centenares de personas que no alcanzaban a beneficiarse de esa incipiente prosperidad. Eran los excluidos y a ellos se dirigía la Cocina Económica.
Don Augusto trató de levantar un establecimiento similar en Sevilla, aunque fracasó. Así, se trajo su propósito a Logroño, donde arraigó y se ha convertido en una de las instituciones de este tipo más antiguas de España.
El conde de Santa Bárbara no sólo se vino con una idea. También con todos los enseres que pensaba emplear en Sevilla y con 7 Hijas de la Caridad, el mismo número que 125 años después sigue sustentando la actividad diaria de la Cocina Económica. Y por esas cosas de que la vida es cíclica, la entidad atiende hoy a un perfil de usuarios similar al de sus inicios: gentes con trabajos precarios, cuyo sueldo no les alcanza para llegar a fin de mes.
Hasta el 2004, los usuarios del comedor debían pagar una cantidad simbólica por los menús. A partir de esa fecha, y en virtud de las normativas sociales del momento, el Ayuntamiento de Logroño firmó un convenio para hacer de la Cocina Económica el comedor social de la ciudad. Desde entonces, las raciones son gratis.
Ese comedor social se completaba en sus primeros tiempos con una residencia, que hospedó al principio a jóvenes con recursos limitados que venían de los pueblos a estudiar a la ciudad. Más tarde, a mayores, enfermos de cáncer sin familia y, ahora, a personas en riesgo de exclusión social. El comedor atendió en sus inicios a gente sin posibles y en épocas más próximas a personas con adicciones, problemas mentales o de alcoholismo y hasta refugiados. «Se trata de un espacio en el que se observa la realidad social», señala el presidente de la Cocina Económica, Emilio Carreras.
Y en ese afán por responder a las demandas de cada época, han ido desarrollando servicios a partir de ese primer comedor social y residencia. En la actualidad llevan a cabo un programa de acogida y atención integral para personas y familias en riesgo de exclusión social, ofrecen un alojamiento alternativo temporal para personas sin hogar, gestionan la guardería 'Entrepuentes' y destinan el 10% del presupuesto anual a cooperación al desarrollo. «La Cocina Económica no sólo da de comer, sino que trabajamos para reinsertar en la sociedad a gente que llega muy tocada por la vida», afirma el director gerente de la entidad, Javier Porres.
Para lograrlo, a lo largo de su historia han resultado imprescindibles los donativos de los logroñeses y riojanos (hasta el 2004, cuando firmó el convenio con el Ayuntamiento, suponían la principal fuente de financiación). Una muestra del respeto que en estos 125 años se ha ganado entre la ciudadanía y que sus cerca de 200 miembros (entre Junta Directiva, Hijas de la Caridad, trabajadores y voluntarios) devuelven cada día acogiendo con cariño y dignidad a los más vulnerables de nuestra sociedad.
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