Una de las intervenciones nocturnas. Sonia Tercero

San Mateo, desde un coche de Policía

Diario LA RIOJA se sube a un vehículo camuflado para recorrer Logroño la velada del domingo al lunes, una noche «más tranquila de lo esperado»

Iñaki García

Logroño

Lunes, 22 de septiembre 2025, 21:24

Dicen que tras la tempestad viene la calma o, trasladado a San Mateo, tras el día del cohete toca una noche tranquila. Así lo ... constató Diario LA RIOJA en la madrugada del domingo al lunes, cuando este redactor y una fotógrafa se subieron a un coche camuflado de la Policía Local. Vivieron, desde un punto de vista diferente, una velada en la que fueron testigos de multas por orinar o beber en la calle, una pelea, la actuación tras un intento de robo con fuerza, el incumplimiento del horario de cierre de un pub o un positivo en alcohol. «Esperábamos una noche tranquila, pero no tanto», concluían pasadas las seis de la mañana los subinspectores Jaime y Molina.

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Ya antes de empezar a patrullar, los policías advirtieron a los cronistas de que no se esperaba mucho movimiento, pero que eso no se traducía en ausencia de trabajo. Su labor, tal y como recalcaron, va «mucho más allá» que la de poner multas por orinar en la calle. Por ello, por la ciudad se desplegaron más de una veintena de efectivos con el objetivo de que esa noche, a priori tranquila, no deparara sorpresas desagradables. Y todo comenzó bien, puesto que el concierto de Izal en la plaza del Ayuntamiento se desarrolló «sin ningún problema», según los propios subinspectores, quienes cerca de la una de la madrugada comenzaron la ronda junto al equipo de Diario LA RIOJA.

Sonia Tercero

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Nada más arrancar, llegó el primer aviso: una pelea en un bar en el entorno de la plaza Martínez Zaporta. El coche policial se acercó hasta ese punto, donde sus compañeros de paisano tenían a uno de los implicados inmovilizado. La trifulca, como suele ser habitual, atrajo a muchos curiosos, quienes comprobaron que, pocos minutos después, la situación estaba controlada.

Fue ese el único momento en el que el coche camuflado encendió sus luces. La noche había empezado de un modo intenso, pero a partir de ahí la radio sonó en contadas ocasiones. Aun así, los policías no dejaron de moverse por los entornos en los que se suele concentrar más personas a esas horas: Bretón, la calle Mayor, La Zona, la plaza del Mercado, las proximidades de las discotecas y el lugar más concurrido esa noche, la Casa de Andalucía.

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Los agentes controlan, entre otros asuntos, que los responsables de los establecimientos hosteleros depositen el vidrio en el lugar adecuado o lo dejen en la puerta de su local para la recogida puerta a puerta. También se encargan del cumplimiento de las ordenanzas municipales y de que, por ejemplo, la gente no orine en la vía pública, más todavía cuando se han instalado baños portátiles para tal fin. Esas denuncias son comunes en periodos festivos y también en el resto de fines de semana del año, aunque cada vez son más habituales entre los que llegan de otros puntos geográficos. «El 60%, aproximadamente, se ponen a gente de fuera», certifican los subinpectores antes de reseñar que hay ciudadanos que mean en la calle incluso teniendo las citadas letrinas portátiles a escasos metros.

A las dos de la madrugada llega la primera de esas sanciones. El vehículo policial transita por la travesía Excuevas y sus ocupantes observan a un joven mear junto a una farola: 301 euros de multa, con un 20% menos por pronto pago. Rostro de resignación en el joven multado.

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De un punto a otro

Continúa la ronda. La radio sigue en silencio y el coche camuflado se acerca a Gonzalo de Berceo, donde ya está todo acordonado para el multitudinario concurso de calderetas. «Tenemos que actuar con mucha antelación en estos casos», resaltan los subinspectores tras comprobar que todo se encuentra en orden. En el camino, hablan de hitos como haber puesto coto a las carreras ilegales que del polígono Cantabria o haber limitado el consumo de alcohol en las zonas residenciales.

Pese a eso, en la plaza Cofradía del Vino de Rioja, un grupo de jóvenes bebe en el suelo. Tras comprobar que son reincidentes, los policías les entregan la preceptiva multa: 120 euros. Los implicados se lo toman con humor, al igual que otro grupo cercano al que los agentes les piden que se marchen ante el posible incordio que su elevado tono de voz pudiera causar a los vecinos. «Que sepáis que sois los que me habéis despachado de un sitio de un modo más educado», les dice uno de los chavales a los ocupantes del vehículo.

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Ya se han superado las tres de la madrugada y, tras mucho tiempo en silencio, la radio vuelve a sonar para avisar de que alguien ha tirado la puerta del Club Taurino Logroñés a golpes. Testigos presenciales afirman que una persona ha salido huyendo del lugar y que, posiblemente, se ha podido llevar algún billete de lotería, un extremo que ayer se desmintió desde el propio Club Taurino. Finalmente no se sustrajo nada, tal y como confirmó a este medio Ignacio Pascual, vicepresidente de la entidad, en cuya entrada se desplegó la tradicional cinta policial. «Sirve tanto para marcar que ya hemos actuado como para evitar que alguien más pueda entrar», relatan los subinspectores.

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Antes de eso, se produce otra actuación. Durante la ronda, los agentes observan a un coche que entra a demasiada velocidad en el puente de Piedra. Van tras él y la persecución acaba en el barrio del Campillo, justo cuando el vehículo iba a entrar a un garaje. El conductor acaba dando positivo en alcohol, por lo que se le propone para una sanción administrativa. Es la última intervención antes de dejar los coches aparcados y salir a pie por el Casco Antiguo, coincidiendo con la hora de cierre de los bares (las cuatro de la madrugada). Un paseo que trae consigo un buen puñado de sanciones por orinar en la calle (pese al frío) y la intervención en un pub de la calle Sagasta donde a las 4.45 horas seguía habiendo gente. «Pensaba que tenía hoy horario extendido, como el día del cohete», cuentan los agentes al relatar lo que el propietario les había expuesto.

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Toca volver al coche para ver que el cierre de las discotecas tampoco deja incidentes. En la calle Vitoria, una pareja discute ante la mirada de los policías. Finalmente, cada uno se va por su lado y él, que posiblemente haya reconocido el coche, exclama: «Que no le voy a hacer nada, que es mi novia. Por si estáis vigilando». Los agentes no le pierden de vista y, tras cerciorarse de que la cosa no pasa a mayores, ponen rumbo a Duquesa de la Victoria y avenida de Navarra. Otra multa por mear y regreso a la comisaría. Ya son más de las seis y el periodista y la fotógrafa vuelven a casa después de «una noche tranquila».

El turno de noche puso así fin a una jornada, la del día grande de las fiestas, que acabó con dos detenciones por quebrantar medidas de alejamiento, 16 atenciones por intoxicaciones etílicas, cuatro peleas y 24 denuncias por incumplir con las ordenanzas municipales, entre otras incidencias. En total, 192 intervenciones, o lo que es lo mismo, menos de la mitad que el día anterior. La calma tras el cohete.

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