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Miles de logroñeses a la sombra de su enseña
Los ecos de la pandemia marcan los tradicionales banderazos de San Bernabé, que el alcalde dedica a los fallecidos por el COVID, a quienes estuvieron en primera línea y a los jóvenes
Tras un paréntesis de dos años, los logroñeses volvieron a echarse a la calle para procesionar con sus patronos, San Bernabé y la Virgen de la Esperanza, y para franquear las mismas puertas de la ciudad que traspasaron sus conciudadanos de 1521 una vez terminado el asedio del ejército francés.
En esta ocasión, el enemigo dejado atrás ha tenido dimensiones pandémicas y ha precisado de armas más sofisticadas. Y aunque la victoria no es definitiva, los logroñeses celebraron la vuelta a la normalidad con más ganas que nunca, apostándose por miles a lo largo de la procesión de San Bernabé, y abriendo estrecho pasillo a la comitiva municipal y del resto de autoridades; a los niños de San Bernabé y a nuestros Vendimiadores, a los gaiteros y grupos de danzas, a la Banda de Logroño, a los cofrades...
El calor humano y el meteorológico fueron la tónica dominante a lo largo de todo el trayecto por el casco antiguo de la capital, que se prolongó durante dos sofocantes horas. Una procesión con tres paradas obligadas en las tres puertas del Logroño renacentista, bajo cuyos dinteles imaginarios se estrenó Pablo Hermoso de Mendoza con los tradicionales banderazos que, dentro del Voto de San Bernabé, simbolizan la posesión de la ciudad una vez terminado el asedio francés de hace 501 años.
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Gigantes y Guardia de Santiago
La primera batida de bandera, en la que fuera Puerta de la Herventia (arco de San Bernabé), fue en recuerdo y en memoria «de aquellos que nos arrebató esta pandemia, y también de sus familiares y amigos, que muchas veces no pudieron despedirles como se debía». Roto el hielo y los nervios iniciales, el alcalde no pudo por menos que sonreír y aguantar estoicamente los ecos de la pequeña protesta que la Policía Local trasladó hasta el mismo arco de boj, y que se tradujo en gritos de ¡Torero! ¡Hermoso! y ¡Viva el alcalde! Los agentes, de paisano, volverían a entrar en escena durante los banderazos en Cuatro Cantones.
Desde allí, la comitiva enfiló Rodríguez Paterna, donde la Escuela de Rondalla de Logroño brindó una pieza al patrón de la ciudad que unió en baile a los concejales Rubén Antoñanzas y Eva Loza. No serían los únicos cantos a San Bernabé ni la única parada en esta calle, donde el alcalde rompió filas para saludar al personal de la Cocina Económica.
Tras asentar las andas de Bernabé y la Esperanza a las puertas del Hospital de La Rioja, la procesión discurrió por Marqués de San Nicolás, el tramo más animado, con los gigantillos bailando al paso de la procesión y la Guardia de Santiago flanqueándola con sus tambores, espadas y lanzas. Ya en la esquina de Cuatro Cantones, Hermoso de Mendoza volvió a ondear el estandarte para dedicar sus segundos banderazos a «médicos, enfermeras, personal sanitario, fuerzas y cuerpos de seguridad, policías locales, bomberos, protección civil, servicios sociales... A todos aquellos que hicieron de Logroño lo que es, una ciudad solidaria y hospitalaria, cuando más se necesita».
A continuación la comitiva apuró el tramo final hasta alcanzar la plaza del Parlamento, donde les esperaban los bailes y coloridos atuendos del Grupo de Danzas de Logroño. Y también tres miembros de la Cofradía del Pez para cumplir con la ofrenda del pez, el pan y el vino a San Bernabé, previa bendición del obispo, Santos Montoya.
La comitiva hizo finalmente embudo para atravesar la puerta del Revellín, donde el alcalde remató sus banderazos. Esta última sacudida dedicada «a nuestros jóvenes, presente y futuro, para que hagan de la ciudad un Logroño más solidario y mejor».
Montoya y el Orfeón Logroñés, en una concatedral a rebosar
No solo se estrenaba ayer el alcalde de la ciudad, Pablo Hermoso de Mendoza, con los banderazos de San Bernabé. También el obispo de la diócesis riojana, Santos Montoya, presidía por primera vez la misa de San Bernabé, una eucaristía que llenó de fieles y autoridades (entre otras, la presidenta de La Rioja, Concha Andreu) la concatedral de La Redonda, y donde el calor espiritual y humano apenas daba un respiro en la contigua capilla del Santísimo.
Desde el púlpito, el obispo hizo un paralelismo entre la valía de los logroñeses de 1521 frente a los franceses y los de hoy, frente a la pandemia. La eucaristía también contó con el brillante fondo musical del Orfeón Logroñés, dirigido por Ion Bratescu.