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Notre Dame: historias de una cafetería de barrioPenélope Sota y Candido Fernández llevan casi veinte años al frente del céntrico establecimiento hostelero
Es un día de la semana cualquiera y en el Notre Dame no para de entrar gente. Aún no es la hora de comer y ... los clientes apuestan bien por tomar un café con el que combatir el frío que hace fuera o bien por degustar un pincho o un bocadillo para afrontar lo que queda de mañana con energía. Tras la barra, Cándido Fernández y Penélope Sota les atienden. A muchos ya los conocen y, por eso, no dudan en llamarles por su nombre e incluso en ponerles ese café con leche que toman habitualmente antes de que ellos se lo pidan.
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El local es muy luminoso. Cuenta con numerosas mesas que los clientes van llenando poco a poco. En una de ellas, un hombre lee tranquilamente Diario LA RIOJA yen otra dos amigas charlan mientras se comen un pincho. Todos juntos escriben las historias típicas de «una cafetería de barrio», tal y como la define el propio Cándido, uno de los responsables del negocio de Duquesa de la Victoria.
Casi dos décadas de recorrido
La historia de este bar se remonta a 1998. «Fue entonces cuando se abrió este local», recuerda Cándido Fernández, quien se hizo cargo de él, junto a su pareja, en 2006. «Es decir, que el próximo año cumpliremos 20 dentro de este barrio», reitera. Desde entonces, el Notre Dame ha ido evolucionando, adaptándose a los tiempos, tanto en su aspecto como en el concepto de negocio. «En concreto, hemos hecho dos reformas grandes una en 2012 y otra en 2019», enumera Cándido.
Los datos
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Dirección. Calle Duquesa de la Victoria, 18.
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Horario. De lunes a sábado, de siete y media de la mañana a doce de la noche. Domingos y festivos, descanso.
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Precios. Una caña de cerveza alemana de importación, 2,60 euros; un café cortado, 1,50; y un café con leche, 1,70 euros.
El bar, por lo tanto, ha ido cambiando al tiempo que sus caras visibles han ido ganando experiencia. «No tenemos nada que ver con aquellos chavales que empezamos hace veinte años», señala el propio Cándido. «Aunque nunca hemos perdido la esencia con la que arrancamos», añade. Porque siempre han tenido claro cómo querían que fuera el Notre Dame. «Lo que buscábamos era convertirnos en una de esas cafeterías de siempre, de las de toda la vida, de las que un vecino puede dejarte las llaves y pasar más tarde a recogerlas;un lugar de confianza», destaca.
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Años de experiencia
Para la pareja que regenta el Notre Dame, esta no es su primera experiencia dentro de este sector. «Llevamos en la hostelería desde los quince añitos, trabajando en distintos tipos de negocios, tanto de día como de noche», recuerda Cándido. «Mi mujer, por ejemplo, siempre ha estado en cocina hasta que se reconvirtió en camarera», remata.
Ambos forman el tándem que dirige el establecimiento, pero no son los únicos que trabajan en él. Les acompaña un grupo de profesionales, tanto para la barra como para la cocina, con los que se completa un servicio que se prolonga desde primera hora de la mañana hasta la noche.
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Desayunar, almorzar, picotear, cenar...
Cuando Cándido y Penélope se pusieron al frente del Notre Dame, tenían claro que querían tocar varios palos, dentro de ese concepto de «cafetería de barrio» por el que apostaron. «Siempre hay bares que están más centrados en los desayunos, en los almuerzos o en las cenas, pero nosotros queríamos aunar todo en un único lugar», explica Cándido Fernández. «Así que la gente aquí puede tomar desde un café de calidad hasta probar una bollería que no es la típica industrial, ya que contamos por ejemplo con unos cruasanes de mantequilla que horneamos aquí o con unos bizcochos caseros que hacemos nosotros», detalla.
Mención aparte merecen los bocadillos. «Tenemos más de cuarenta variedades, desde los más clásicos de jamón o de revuelto hasta otros un poco más diferentes como una focaccia vegetariana u otra que hacemos con aceituna negra», ejemplifica el responsable de un establecimiento que tanto los jueves y los viernes como los sábados y las vísperas de festivos ofrece la posibilidad de cenar a través de diferentes raciones para picotear, así como de hamburguesas y hasta cachopos y una tarta de queso «casera». Además, el local también cuenta con una importante variedad de tortillas, entre las que destacan algunas menos habituales como la de hongos. «Lo de las cenas lo implantamos en la pandemia porque los vecinos nos lo empezaron a demandar», resalta Cándido. Una idea que llegó para quedarse.
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Además de esos días ya mencionados previamente, el servicio de cenas se amplía a las jornadas en las que hay fútbol en la televisión. No en vano, a lo largo y ancho del local aparecen distribuidas numerosas pantallas para poder seguir los partidos sin perder ningún detalle.
Clientela muy variada
La ubicación del Notre Dame, que también cuenta con una terraza en su exterior, le permite atraer a una clientela muy variada. «Hay que tener en cuenta que estamos muy cerca del Ayuntamiento y de alguna consejería, así como de algún instituto», apunta Cándido Fernández. Además, justo enfrente se encuentra el Mercado del Corregidor, donde muchos logroñeses van a comprar a diario. «Y también nos aporta clientes», reconoce el responsable de un establecimiento que a lo largo de su historia ha visto evolucionar, y crecer, a muchos de sus visitantes habituales. «Hay chavales que cuando llegamos tenían tres años y que ahora ya son unos jóvenes de 23», señala Cándido. Las historias típicas de «una cafetería de barrio» como el Notre Dame.
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