El adiós de un escolapio que deja huella en La Rioja

Escuelas Pías ·

El histórico padre Jorcano, a sus 96 años y tras superar recientes problemas de salud, se retira a Zaragoza después de toda una vida como sacerdote y profesor en Logroño

Javier Campos

Logroño

Miércoles, 3 de diciembre 2025, 07:06

Hablar de Escolapios en Logroño es hacerlo de Luis Eladio Jorcano Íñiguez, pues el padre Jorcano, como le conocen todos, está tan ligado al centro ... educativo capitalino que es prácticamente imposible desligar al uno del otro. «Soy de este colegio desde que nací», resume el profesor y religioso en la hora de su adiós, la que le ha llegado tras un ingreso hospitalario de 18 días que ha hecho aconsejable su marcha a una residencia que tiene la orden en Zaragoza.

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Su traslado, acompañado en todo momento de los que de una u otra manera han estado unidos a su persona, supone la de toda una institución dentro de la propia institución. No en vano, Jorcano se ha pasado la vida entera educando en valores, piedad y letras y, entre tanto, ha sacado tiempo para dejar huella allá donde ha ido y en todo aquello que ha hecho –con la Cofradía de las Siete Palabras y del Silencio y el OrfeónCalasancio entre sus principales obras–.

Podría decirse que no fue casual que naciese justo el año de inauguración de las actuales instalaciones, 1929, en la confluencia entre Escuelas Pías y Doce Ligero, como tampoco que fuese alumno del colegio desde la infancia para regresar al mismo definitivamente en 1976 dando testimonio del espíritu calasancio como sacerdote y como docente.

«En todos los sitios por los que he pasado me he entregado incondicionalmente con cariño y amor»

«En todos los sitios por los que he pasado me he entregado incondicionalmente con cariño y amor, y como dice el refrán, amor con amor se paga, y he recibido incluso más del que podría merecer... tanto que, estando en el San Pedro, me he llegado a sentir avergonzado ante tantas muestras de ello», confiesa el padre, último residente de la comunidad que desde siempre ha ocupado las dependencias habitacionales del centro en cuestión (aún quedan, pero viven fuera).

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«Tenía la opción de quedarme en una residencia de Logroño o irme a la de Zaragoza, y a mis 96 años (recién cumplidos) y teniendo como tengo sentido común y las ideas claras, creo que mi última etapa pasaba por allí, viviendo tranquilamente con los míos, y hasta que Dios quiera», explica a Diario LA RIOJA en plenos preparativos de un viaje que espera que no sea un adiós, sino un hasta luego pues piensa «venir de visita» si la salud se lo permite.

«Los escolapios en Logroño han sido, son y serán; seguirán adelante sin mí, los tiempos y las costumbres cambian, al igual que las personas, pero el espíritu calasancio es el que perdura... No me considero para nada piedra angular alguna; este colegio existió antes que yo y seguirá existiendo después de mí», resume emocionado, pues, tras tantos años de entrega y sacrificio, cree que ha llegado el momento del retiro.

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«Los escolapios en Logroño han sido, son y serán; este colegio existió antes que yo y seguirá existiendo después de mí»

Natural de Ezcaray, el padre Jorcano se jubilaba en 2010 en el centro educativo del que continuó siendo rector después de haberlo sido todo al frente de varios colegios que la orden escolapia tiene en la provincia de Aragón. Peralta de la Sal y Barbastro (Huesca), Zaragoza, Irache y Andéraz (Navarra), Logroño... Un ir y venir de cargos, eso sí, siempre como profesor de Humanidades: Latín, Historia del Arte, Lengua y Literatura...

«Siempre he sido exigente en cuestiones de educación, pero el mejor reconocimiento es el de todos aquellos alumnos y familiares que han pasado por aquí y que te recuerdan con alegría y cariño», decía entonces y repite ahora este licenciado en Filosofía y Letras, decano en su día del Colegio de Doctores y Licenciados en Filosofía y Letras y Ciencias de La Rioja.

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Enamorado de Italia (con no pocos viajes de estudios a sus espaldas) y apasionado de la música (ya en 1951 fundó una rondalla aragonesa de jota y baile con niños y adultos de Peralta de la Sal), el padre Jorcano se despide de La Rioja, entre lágrimas, en continuo y constante agradecimiento y entre continuas y constantes demostraciones de afecto. «Qué más puedo pedir», dice.

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