Las alumnas de Juanita Madroñero

La fotografía que hoy llega a nuestra Retina de la Memoria corresponde a una clase de la Escuela de Juanita Madroñero –doña Juanita, para las niñas–, cuyo retrato hemos colocado debajo.

Desde que aprobó su oposición docente en Logroño en 1902, Juanita Madroñero dirigió a lo largo de cuarenta y cinco años la Escuela Práctica agregada a la Normal de Maestros de la capital riojana.

La escuela que regentaba doña Juanita estuvo desde el 15 de diciembre de 1911 al norte de la muralla del Revellín, casi pegada a las Escuelas Trevijano. Años después del fallecimiento de la profesora y de su cierre definitivo, a algún prócer con ansias de sacar a relucir la piqueta –«que en Logroño nunca está quieta»– ordenó el derribo del edificio. Fue en la época de la Transición.

«Doña Juanita Madroñero era muy recta y, a veces, sacaba a relucir un poco de mal genio, pero era muy buena profesora», recuerda una de sus alumnas, que está a punto de cumplir los 96 años.

Más allá de la Enciclopedia Dalmau, que sabía tanto como Catón, las alumnas aprendían costura, encaje de bolillos y, con las viejas sábanas, pronto ya sabían bordar.

Pero, además del magisterio, las letras y los números, lo que más le preocupaba a Juanita Madroñero era que sus niñas no pasaran hambre.

Las asociaciones que impulsó la señora Madroñero, siempre de carácter humanitario, fueron la Cantina Escolar (1911), el Ropero Escolar, la Biblioteca, la Mutualidad Escolar Francisco Martínez-Zaporta (13 de septiembre de 1917) y la Casa del Maestro (1 de mayo de 1931).

Como recoge el historiador Francisco Bermejo, «la actividad asociativa más destacada es la desarrollada en la Asociación la Cantina Escolar, que dirigió durante toda su vida profesional en Logroño. Esta institución benéfica se ocupaba de auxiliar a los niños y niñas pobres que asistían a las escuelas públicas, proporcionándoles alimento suficiente y nutritivo, sobre todo durante los meses del invierno; favorecer al niño cuando éste no encuentra en casa ni cariño ni alimento, ejerciendo sobre él una acción moralizadora».

No faltaban, pues, los colmados platos de legumbres, caparrones sobre todo, carne en salsa, alguna que otra ración de bacalao y siempre un mendrugo de pan negro. No tuvo que ser fácil para esta mujer lograr aprovisionarse de todos estos enseres, cuando en toda España, y en La Rioja también, el hambre era el pan nuestro de cada día.

Casada con el también docente Félix Halli Nicolás, navarro de Tierra Estella, Juanita Madroñero se jubiló a la edad de 70 años, el 8 de febrero de 1947.

Desde entonces, ya nada fue igual en aquella escuela.