Crónica de una muerte anunciada

La derrota o el descenso que al final se materializó entraban dentro de las probabilidades. Esto no es otra cosa que deporte. Pero no la forma de bajar, con una aparente apatía que llevaba a la desesperación del aficionado, con escasa mordiente, sin verticalidad alguna, sin querer tener el balón, desaprovechando las claras ocasiones que tuvo -Nano Mesa o Clemente, por ejemplo- y ofreciendo una imagen de equipo triste, descompuesto, lejos de la que se esperaba para una final como la que tenía que ganar. Sin sentimiento alguno.

Esa UD Logroñés sin espíritu salió sin ganas de jugar. Lo de ganar ya eran palabras mayores. De hecho, de los cuatro equipos que necesitaban la victoria en esta última jornada fue el único que no cumplió con su deber ante un Las Palmas que tampoco tenía muchas ganas de comparecer, que prácticamente estaba de vacaciones. Pero incluso, los de Pepe Mel mostraron más ambición que el que equipo que debía verse más agobiado. Y consiguieron su premio, que no era otra cosa que despedirse de la temporada con un triunfo a domicilio, algo que estaba en su deber. Una victoria como la que consiguieron el Alcorcón y el Lugo, que lograron la permanencia, e incluso el Sabadell, que por lo menos dijo adiós a la categoría haciendo los deberes de la última jornada.

La UD Logroñés descendió este domingo, pero fue un proceso que comenzó hace tiempo, antes de entrar en 2021. La crónica de una muerte anunciada, como el título de la novela de García Márquez. Pero en este escenario, el muerto, la UD Logroñés, mostró una incapacidad total de poder -o querer- salvarse. A partir de ahora, comenzará para el cuadro blanquirrojo un tiempo para el duelo, el análisis y una necesaria reconstrucción.

La UD Logroñés deberá asumir ahora su penitencia, transitar ese largo recorrido por esos campos infames llenos de barro, arremangarse, olvidarse de las comodidades de una liga profesional y ponerse a currar para olvidarse de esta pesadilla.