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Vacaciones en paz ·
Hornos de Moncalvillo acoge a Aicha Nana, una de las niñas saharauis participantes en la experiencia de este veranoCARLOTA SORIANO
Miércoles, 17 de agosto 2022, 02:00
Ya han pasado tres semanas desde la llegada de Aicha Nana a Hornos de Moncalvillo, donde reside con la familia que le acogió como parte ... del programa 'Vacaciones en paz'. Y el tiempo, para esta niña saharaui, no ha pasado en vano.
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«Es verdad que necesitan unos seis días de adaptación», explica Yolanda Pascual, la madre de acogida, pero Aicha Nana, al ser repetidora de la experiencia, «ya conocía la casa a la que iba» y no se le hizo tan cuesta arriba. Además, encontrarse con niños en el entorno familiar «le facilita mucho las cosas, porque al final es una relación más natural y espontánea», añade Pablo Ortiz de Arruño, el padre. Su hija Laura, de siete años, afirma: «Tengo un hermano, que es Yago, de cuatro años, y ahora que está Aicha Nana, son dos».
Con el parón del coronavirus, las familias no pudieron acoger a los niños. No obstante, esta familia seguía en contacto: «La comunicación era muy precaria, porque no tienen cobertura», explica Yolanda. Su forma de hacer llegar el mensaje era a través de archivos de audio de Whatsapp. «Era solamente decir 'hola, Yolanda, hola, Pablo, y hola, Aicha Nana'», añade. Y como su madre no sabe hablar español, acudía a un tío de la niña para intentar traducir los breves mensajes que les mandaban Pablo y Yolanda.
Aun así, a pesar de la pandemia, al matrimonio riojano les surgió una nueva oportunidad para seguir ayudando. «Pudimos colaborar durante el verano a través de un apadrinamiento y mandamos una compra mensual», relata la madre. «Ya que no podían venir, intentamos llevarles lo necesario, pero hasta que no ves lo que hay no sabes realmente qué necesitan», añade Pablo. Y ante la pregunta de si se han planteado ir a los campamentos, la respuesta es un sí rotundo.
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«Son unos valientes», opina Yolanda refiriéndose a los niños. «Por mucho que los preparen en el campamento del que vienen, es otro idioma, una familia que no conocen... Y debe ser difícil». Porque solo el viaje es una aventura que dura 24 horas y conlleva muchos trámites.
«El primer año, su llegada a Hornos chocó. Como es un pueblo pequeño, todo el mundo le decía: '¿Y tú de quién eres, bonita?»
Yolanda Pascual | Madre
Una vez en Hornos, Aicha Nana sigue la rutina de su familia. «Así como concilio con dos, concilio con tres», declara Yolanda. Biblioteca en Logroño, ludoteca en Hornos, vacaciones en Granada, pasar el día en las piscinas... en todo lo que planean Pablo y Yolanda está incluida, sin ninguna duda, su hija de acogida. Y cuando no hay ningún plan especial, Aicha Nana pasa las tardes de verano jugando en el terreno enfrente de su casa, entre el huerto, la piscina, la bici y el patinete. «En la huerta le gusta saber qué es cada cosa», describe Yolanda
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«El primer año, la llegada de Aicha Nana a Hornos chocó mucho. Como es un pueblo pequeño, todo el mundo le decía: '¿Y tú de quién eres, bonita?'», explica la madre de acogida. No obstante, durante estos años en los que no ha podido estar acogida, todos le han echado de menos al recordar su estancia. De hecho, durante el segundo primer día de Aicha Nana en Hornos, aún se acordaba por dónde se celebraron las fiestas hacía tres años y corría por las calles para volver al mismo sitio. «Tiene una memoria...», afirma Yolanda. Pablo, por su parte, comenta: «Es muy inteligente».
«Como allá tienen esa impronta familiar de reunión, para Aicha Nana los encuentros familiares son como una fiesta»
Pablo Ortiz de Arruño | Padre
«Tengo un hermano, que es Yago, y ahora que está Aicha Nana, son dos»
Laura | Hermana
Porque, a pesar de las dificultades que puede ocasionar el idioma, a Aicha Nana «le encantan los encuentros familiares y los cumpleaños», incide Pablo. Hace unas semanas fue el séptimo cumpleaños de Laura, y fue «el día señalado del verano». Según su padre de acogida, «le gusta mirar el calendario, ir viendo los días que lleva, cuántos le quedan, dónde va, cómo está y organizarse un poco». En cuanto vio el 31 de julio, ya reclamaba una gran celebración. «Como tienen esa impronta familiar de reunión, para ella los encuentros familiares son como una fiesta», añade.
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Y para fiesta, el plan que habían organizado la familia al completo para ese jueves de agosto: junto a sus primos y sus tíos de acogida, Aicha Nana pudo disfrutar de una tarde en el parque de aventuras Campo Activo, a escasos minutos del pueblo. Tras colocarse el casco y el arnés, aprendió a la vez que otros muchos niños a lanzarse por las tirolinas, subirse a los árboles y enganchar sus mosquetones a la cuerda. El idioma, una vez más, no supuso un obstáculo que Aicha Nana no pudiera superar.
'Vacaciones en paz' no solo significa vacaciones: la salud también es importante
Aicha Nana es una de los niños saharauis del programa 'Vacaciones en paz' que ha podido repetir experiencia. Su primera llegada fue hace tres años, justo antes de la pandemia, pero su estancia en La Rioja no acabó siendo la planeada.
Además de los niños que llegan a Logroño para estar con una familia de acogida, la Asociación Riojana de Amigos y Amigas de la República Árabe Saharaui Democrática trae a un colectivo de niños con discapacidad, en el que se incluyó a Aicha Nana. Y, como en 2019 estaba centrado en la discapacidad motora, Aspace hizo un acompañamiento desde el principio, describe Pablo Ortiz de Arruño, padre de acogida y fisioterapeuta de la entidad.
«Yo veía a la niña y la veía muy inquieta. Pedía actividad, movimiento, una familia», continúa. Como la cosa «no cuajaba», el matrimonio habló con el presidente. «Esta nena tiene que estar con una familia y con niños», le dijo Ortiz de Arruño, y finalmente la acogieron como una más en sus vacaciones familiares de agosto.
«Es una niña muy sonriente y muy graciosa», describe Pablo. Y pese a que Aicha Nana tenga una deficiencia visual bastante importante, vive el día a día con toda normalidad. «Solo se nota cuando hacemos manualidades, porque no muestra la misma facilidad», relata. «Es curioso porque hay nenes que han venido a Aspace que tienen cero visibilidad por un ojo y por el otro, una capacidad residual muy bajita. Pero tú los ves que se han adaptado a ello porque no les queda otra y están jugando al fútbol», añade Pablo. «Aquí serían ciegos y estaríamos sobreprotegiéndoles. Y Aicha Nana, cuando le decimos de ir al médico se señala los ojos: 'Médico, solo este'».
Quizá la función más importante de 'Vacaciones en paz' sea la clínica, que permite a los niños realizarse las pruebas necesarias a las que no tienen acceso en sus campamentos de origen. Análisis tan rutinarios para cualquier riojano se convierten en una obligación que cumplir antes de volver al desierto.
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