El Vaticano despide al «hombre que amó a la Iglesia con bondad»
El cardenal decano Giovanni Battista Re afirmó en la homilía celebrada en la basílica de San Pedro que el prelado riojano fue un hombre que «amó a la Iglesia con inteligencia y bondad»
En el Altar de la Cátedra de la Basílica de San Pedro y escoltado por el monumental retablo de la Cátedra de San Pedro y la Gloria de Bernini, el cardenal decano Giovanni Battista Re despedía ayer al purpurado riojano, Eduardo Martínez Somalo, fallecido el pasado día 10 a los 94 años, y le recordaba como el hombre que «amó a la Iglesia con inteligencia y bondad».
El Vaticano decía adiós al bañejo, acompañado de cardenales, arzobispos y obispos presentes en Roma, pero también rodeado de doce sobrinos, la embajadora española en la Santa Sede y todo el cuerpo diplomático.
En un emotivo funeral, como así lo calificó la familia, el cardenal Re, según recoge el noticiario oficial Vatican News, glosaba la trayectoria de Martínez Somalo, después de una vida «al servicio del Papa, de la Santa Sede y de la Iglesia universal».
El purpurado riojano, el menor de diez hermanos, «tuvo una vida laboriosa y larga», marcada por «varias tareas importantes» que le fueron encomendadas «por la confianza de los Pontífices» y que siempre realizó con espíritu de servicio, en «plena fidelidad al Papa y generosa dedicación por el bien de la Iglesia y la salvación de las almas».
De él dijo que era un hombre «pacífico, bondadoso y acogedor, dotado de una aguda inteligencia para captar el núcleo de los problemas y de una gran capacidad para evaluar a las personas y los acontecimientos». Se «entregó mucho a la Iglesia y colaboró con siete pontífices romanos, a los que amaba y con los que siempre actuó en estrecha unión». El también decano del Colegio Cardenalicio hizo un recorrido por las principales etapas de la vida del cardenal, ordenado sacerdote en 1954 y trasladado unos meses después a Roma para asistir a la Pontificia Academia Eclesiástica.
Tras el atentado contra el Papa Wojtyła, el 13 de mayo de 1981, Eduardo Martínez Somalo «se dirigió inmediatamente al Hospital Gemelli y permaneció allí hasta que el Papa se despertó tras la larga operación». En los días siguientes «pasó una hora diaria con el Papa».
El cardenal Re destacó la «gran confianza» que depositó en él Juan Pablo II, hasta el punto de que lo envió como representante en numerosos eventos eclesiales internacionales, y luego le confió el cargo de camarlengo de la Santa Iglesia Romana. Así, «desde el momento del fallecimiento del difunto Juan Pablo II y mientras duró la Sede vacante, desempeñó su delicada función con gran competencia y sabiduría», adhiriéndose fielmente a las disposiciones de la constitución apostólica 'Universi Dominici Gregis'.
Hace nueve años, cuando Martínez Somalo tenía 85, las fuerzas decayeron y la energía de un riojano que se desvivía por su pueblo empezó a flojear. Hace unos tres meses la situación clínica empeoró y hace una semana el Papa Francisco le visitó y le llevó su consuelo y bendición. El cardenal camarlengo aceptó «su lenta pero inexorable decadencia con pleno abandono a la voluntad de Dios» hasta que el pasado martes fallecía en su casa, en el Vaticano.
Martínez Somalo será enterrado en Baños de Río Tobía, donde regresaba cada año hasta hace ocho. Una caída le impidió bautizar a la nieta de Tere, la sobrina del prelado, como así lo cuenta ella misma. Aquella fue la última vez que pisó su pueblo, pero al cumplir los 90, sus sobrinos se trasladaron al Vaticano a celebrarlo con él. Todavía se desconocen las fechas, pero los sobrinos esperan que el cuerpo del cardenal sea repatriado el miércoles o jueves para decirle adiós el próximo viernes o sábado.
