Turismo

Un mes para descubrir las joyas menos visibles de La Rioja

Más allá de los grandes monumentos que aparecen en las guías, la región ofrece un buen número de destinos interesantes y nada masificados

La Rioja

Domingo, 3 de agosto 2025

Cuando uno abre las guías turísticas y se fija en el epígrafe 'La Rioja' casi siempre aparecen las mismas cosas. Una imagen del monasterio de ... San Millán de la Cogolla, con dos o tres estrellitas –según el gusto del redactor–, una mención a la catedral de Santo Domingo de la Calzada, un repaso a la importancia de Santa María la Real en Nájera... En portales virtuales como Tripadvisor, la calle Laurel ejerce un dominio incontestable y nadie se olvida de proponer un recorrido por alguna bodega centenaria, preferiblemente instalada en el barrio de la Estación, en Haro. Las guías más atentas a la historia mencionan la importancia de Calahorra y la sorpresa de Contrebia Leucade, ciudad celtíbera, y las que echan un vistazo a la naturaleza hablan en términos laudatorios, aunque generales, de los Cameros o de la sierra de Cebollera.

Publicidad

Pero La Rioja es mucho más y a veces compensa salir del circuito habitual para encontrar lugares que, si no del todo escondidos, sí aparecen en segundo plano, a la sombra de las postales habituales. En este reportaje se incluyen seis propuestas de otras tantas comarcas, pero la lista podría ampliarse hasta completar un grueso almanaque. Queda fuera de este elenco, por ejemplo, la carretera del vino, que serpentea por la Sonsierra entre chozos, viejos viñedos y nobles pueblos de piedra (Briones, San Vicente); o la que discurre –solitaria y silenciosa– entre Cornago e Igea, dos municipios pintorescos, alfombrados de icnitas de dinosaurio, que poseen algunos de los monumentos más asombrosos de La Rioja: el castillo de la Luna (Cornago) y el palacio del marqués de Casa Torre (Igea). Del mismo modo, la naturaleza riojana no se agota en los bosques apretados de la sierra de la Demanda. En la parte suroriental, mucho más desconocida, un decorado agreste, casi de western, enmarca los atardeceres en Valdemadera o Navajún. En la sierra de Alcarama el paisaje se convierte en un dibujo abstracto, esquemático. En línea recta, apenas unos pocos kilómetros separan estas colinas adustas de la frescura camerana, aunque parecen habitar continentes distintos. Son todos ellos lugares de devoción particular, alejados del turismo gregario y de los viajeros que van por el mundo tachando apresuradamente las casillas de «lo que hay que ver». Las opciones son muy numerosas y varían según el gusto de cada cual (el retablo de Navarrete, el palacio de la Real Junta en Fuenmayor, las ermitas románicas de Treviana y Castilseco, los pueblos de las Siete Villas, el carrascal de Villarroya...), pero estas seis propuestas quedan ahí, a mano, para descubrir La Rioja que no suele salir en las guías.

El púlpito de La Rioja. Cellorigo, respaldado por Peña Lengua, de los Montes Obarenes. Justo Rodríguez

Cellorigo Montes Obarenes

Un balcón a la inmensidad de La Rioja Alta

La inmensidad que rodea a la localidad riojalteña de Cellorigo contrasta con su propia extensión. Se trata de uno de los pueblos más pequeños de La Rioja, con diez habitantes censados pero menos en su día a día. Sin embargo, es conocido como 'el púlpito de La Rioja', y es que cuenta con un balcón privilegiado a 790 metros que ofrece una visión única de los Obarenes y las llanuras de La Rioja Alta. Su esplendor data del siglo IX, cuando su desaparecido castillo fue testigo de innumerables luchas entre árabes y cristianos. A pocos metros de la localidad está la ermita en riesgo de derrumbe de Santa María de Barrio, del siglo IX, inmersa en un entorno con importantes restos románicos. Informa María Caro

Frescor natural salvaje. Imagen del humedal de La Degollada, en Calahorra. I.A.

La Degollada Calahorra

El 'spa' de las aves, entre yasas, pinos carrascos y restos de una presa romana

En el mismo enclave elegido por los romanos para construir una presa con la que llevar agua hasta Calagurris (sus restos resultan aún visibles) se puede disfrutar, siglos después, de lo que viene a ser una especie de 'spa' para las aves migratorias. El humedal de La Degollada, uno de los recursos naturales menos conocidos de Calahorra, permite pasear junto al agua en un entorno salino. El humedal está constituido por cinco lagunas en serie, con una especial singularidad, al tratarse de una planicie esteparia surcada por barrancos y cárcavas, donde se ha formado un variado ecosistema acuático. Para recorrerlo existe un sendero con paneles informativos en los que se explican aspectos destacables del paraje, como la zona esteparia y la yasa de las Conchas, las aves acuáticas que habitan o la mancha de pino carrasco que ensombrece el monte Los Agudos. Informa Isabel Álvarez

Publicidad

Inestrillas. Farallón rupestre con restos de edificaciones medievales. Sanda

Camino Verde Cervera-Aguilar

Un paseo por los recursos históricos y paisajísticosdel Alhama

El Camino Verde del Alhama es un espacio ideal para disfrutar de la naturaleza y conocer los recursos históricos, patrimoniales y paisajísticos de esta zona del valle del Alhama entre Cervera y Aguilar. La ruta, paralela al río, comienza en las inmediaciones del balneario cerverano de Albotea, de aguas sulfurosas. Reabrió sus puertas en el año 2024 después de su costosa y larga rehabilitación. Desde aquí y hasta Aguilar, el recorrido pasa entre los cortados rocosos donde anidan los buitres leonados y la vega de este afluente del Ebro con sus huertas, la mayoría de autoconsumo, frutales y numerosas casillas de campo.

Cruza el casco urbano de Cervera donde la peña de San Antonio o del castillo –por estar en su cima las ruinas de esta fortaleza– divide el pueblo en dos barrios: Santa Ana y San Gil. Continúa hasta el paraje del pozo largo con su salto de agua (que llama la atención cuando el río está en su plenitud), el magnífico yacimiento celtibérico de Contrebia Leucade, el farallón de Inestrillas con restos de viviendas rupestres, parte de época medieval, para terminar en Aguilar, donde se puede visitar el centro de interpretación de Contrebia Leucade. Informa Sanda Sainz

Publicidad

Aldeanueva de Cameros. Un riachuelo, un puente, casas de piedra y bosques alrededor. Justo Rodríguez

Aldeanueva Cameros

Un pueblecito de cuento en medio del bosque

Para ir a Aldeanueva de Cameros hay que proponérselo. La carretera N-111 sigue adelante, impertérrita, camino de Lumbreras y del puerto de Piqueras, pero un ramal (la LR-455) propone desviarse unos kilómetros, hacia Aldeanueva. La excursión merece la pena. A pie de carretera, sobre algunas losas, hay huellas de dinosaurio bien visibles. El pueblecito, que parece sacado de un belén, aparece casi de repente, situado entre bosques y montes, magníficamente aislado en la naturaleza. Un puente de piedra minúsculo, de un solo ojo, ve pasar un riachuelo juguetón y las casas, con sus paredes de mampostería y sus vigas de madera, se colocan aquí y allá. Aldeanueva es, en realidad, un barrio de Villanueva de Cameros, aunque metido en el bosque, lejos de la carretera, como sacado de un cuento. Informa Pío García

Renacido. El castillo dejó de ser una ruina para llenarse de vida. Ernesto Pascual

Préjano Valle del Cidacos

La apuesta por recuperar el patrimonio

El perfil del castillo milenario de Préjano ondea como una bandera para guiar al visitante a una de las localidades más acogedoras de La Rioja. Entre Peñalmonte y peña Isasa, la villa del Cidacos apostó en los últimos años por la recuperación de su patrimonio, tanto el artístico y monumental como el natural y cultural. Una visita al restaurado castillo es un viaje a su historia y también a las ciencias en la sala que guarda su tercera planta. Un contacto con la naturaleza que maravilla en el rincón entre rocas de la cascada de San Tuste y se convierte en comida o almuerzo en la parada a la sombra en la Fuente Pedro. El crucero, la torre del reloj o el trujal más antiguo de La Rioja son otros lugares que requieren detenerse. Informa Ernesto Pascual

Publicidad

En prisión. Una de las estancias de la antigua Cárcel Real. Justo Rodríguez

Cárcel Real Santo Domingo

Encerrados en un hermoso palacio

El edificio del Corregimiento, en Santo Domingo de La Calzada, ocupa un inmueble de traza severa que se asoma a la plaza de la Paz. Por fuera parece un palacio, con un noble portal y tres elegantes balcones. Por dentro, sin embargo, el edificio se resuelve en un laberinto opresivo de habitáculos sombríos, húmedos y de techos bajos. El palacio se construyó en 1763, para albergar la sede del Corregimiento. En la planta inferior, en torno al patio, malvivían los presos a la espera de que cumplieran condena. Todavía es posible ver (y leer) las inscripciones que dejaron grabadas en los muros aquellos infortunados. Informa Pío García

Este contenido es exclusivo para suscriptores

¡Oferta especial!

Publicidad