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L.J.R.
LOGROÑO.
Martes, 6 de agosto 2019, 22:27
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El cénit de las desavenencias entre el PSOE y su pretendido socio de gobierno -Podemos- llegó cuando agonizaba la primera intervención parlamentaria de la diputada morada, Raquel Romero. Sacó su libro de fábulas de Esopo y recitó la de 'La zorra y el cabrón en el pozo'.
Mucho antes de esa escenificación, casi en el mismo momento en el que el escrutinio electoral apuntaba que, pese a perder más de 10.000 votos, Unidas Podemos sería clave para un cambio de gobierno, Raquel Romero (aún socia de Henar Moreno) dijo que «ni por acción ni por omisión», sería un obstáculo para alumbrar un cambio en el Ejecutivo. Incluso se anunció el acuerdo de un gobierno de coalición PSOE-Unidas Podemos el 20 de junio.
Pero las cosas cambiaron cuando en el Parlamento regional aterrizaron dos negociadores de Castilla La Mancha presentados como ajenos a la dirección federal aunque con posiciones prefijadas (idénticas a las que sostuvieron, hasta que fueron expulsados, en Aragón). Todo saltó por los aires: Unidas Podemos y acuerdo de coalición.
Las negociaciones se bifurcaron y mientras que el camino hacia el apoyo de Izquierda Unida llegó a través de un extenso acuerdo programático en línea, también, con lo demandado por la formación morada, el de Podemos ganó pendiente y acumuló más curvas que el Tourmalet: el PSOE negó que con Unidas Podemos roto no habría gobierno de coalición. No quería entregar consejerías a una diputada a cambio de un único voto y defendía que si el certificado de defunción de Unidas Podemos no estuviera rubricado, la solución habría sido otra.
Las demandas de Podemos no fue menos maximalista: tres consejerías a cambio de un voto. Una especie de órdago a grande que, al menos en la primera partida, ambos acabaron perdiendo.
Asumida la fábula de Esopo, 24 horas después de aquella esperpéntica sesión de investidura, los equipos negociadores se sentaron a la mesa 20 horas antes de la segunda votación. El PSOE ofreció dos viceconsejerías (Igualdad y Reto Demográfico) y la dirección general de Vivienda. Podemos mantuvo su órdago. Era poco. El absurdo se terminó de representar en la mañana del 18 julio: a las 9 horas se citaban y a las 13 horas se votaba. Hubo quien pensó en un pacto in extremis. Diez minutos después todo explotó.
El segundo 'round', a partir del próximo lunes.
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