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Solidaridad riojana a raudales en Valencia

Profesionales y voluntarios acudieron hasta las zonas afectadas por la dana para colaborar en distintas tareas y hallaron un desastre que les provocó «sentimientos encontrados»

Diego Marín A.

Logroño

Miércoles, 29 de octubre 2025, 07:17

Hace un año que la dana asoló Valencia. La tormenta provocó más de 200 muertes y cuantiosos daños materiales por las inundaciones, al desbordarse ríos ... y barrancos. Los riojanos no fueron ajenos a la catástrofe y muchos acudieron, como tantos otros españoles, a ayudar, a achicar agua, limpiar barro y llevar alimentos, agua, ropa, muebles y material de higiene. Por ejemplo, el binomio formado por Francisco José Caparroso y la perra Argui, de la Unidad Canina de Rescate de La Rioja, que ya había acudido antes a Turquía y Marruecos tras los terremotos, acudió rápido a Valencia.

«Cuando sucedió, unos compañeros de Algemesí se vieron afectados, así que no esperé a que me activaran», expone Francisco José Caparroso. Allí ayudó en la búsqueda de desaparecidos, colaboró en el intento de localización de los dos niños de Torrent y, cuando no había actividad con perro, extraía barro de todas partes, como uno más. «Aquello era un drama espectacular. Encontrábamos personas vivas sin necesidad de los perros. Al agotarse la ventana de vida, ya no tenía sentido estar allí con los animales», explica Caparroso.

Lo que él apreció en los primeros días es que había muchos voluntarios y poca coordinación, con comedores populares a los que apenas podían acceder los afectados. «La primera vez que fui fue desolador, tremendo», confiesa. Volvió una segunda para ayudar desde un centro de mando más organizado. «Me quedé sumamente satisfecho por toda la gente a la que ayudamos, la solidaridad que hubo. Estabas trabajando y te olvidabas de comer», recuerda. A los viajes de Caparroso, presidente de la Asociación Nacional de Grupos del Perro de Salvamento, se sumaron después agentes de Guardia Civil, Policía Local y Bomberos que viajaron voluntariamente por su cuenta. Dos semanas después de la dana, el Equipo de Rescate e Intervención en Montaña de la Guardia Civil con base en Ezcaray fue a colaborar en la búsqueda de cadáveres en la Albufera.

Uno de los primeros grupos organizados en viajar a la zona del desastre fue el Club Tritones Rioja, jóvenes triatletas que no dudaron en adquirir escobas, guantes y gafas de protección y viajar toda la noche hasta Sedaví, a 450 kilómetros. La idea partió de Borja Langarica, el entrenador, quien hizo un llamamiento entre sus deportistas y logró reunir a un grupo de voluntarios. «Estaba todo destrozado, parecía un vertedero», recuerda Marcos del Álamo. Limpiaron en una fábrica de papel y cartón y después ofrecieron su apoyo por la calle para extraer lodo de garajes y portales.

  

«La gente estaba muy jodida y era una pena, pero te lo agradecían de corazón. Cuando descubrían que habíamos ido desde Logroño a ayudarles, porque sentían que habíamos ido por ellos en concreto, se emocionaban», cuenta Marcos. Pasado el tiempo, el recuerdo es agridulce. Dentro de la tragedia, quedan buenas sensaciones por haber ayudado. «Es complicado sacar tiempo pero, si volviera a pasar, yo acudiría de nuevo. De hecho estuvimos a punto de volver», reconoce. Por lo que saben, allí la situación se ha normalizado pero hay familias que aún no se han recuperado económicamente.

«Aquí se ha parado el mundo»

A nivel particular viajó hasta Aldaia Carmelo Ruiz, propietario de Gasóleos Jubera. Lo hizo con su propia furgoneta, mangueras y bombas con el fin de achicar agua de locales y garajes. En su caso, ayudó porque su hermana vive allí y, al hablar por teléfono con ella, le dijo: «Aquí se ha parado el mundo». «No sabes lo que es hasta que lo ves», asegura Carmelo. A pesar de la catástrofe, este empresario riojano reconoce que aquella fue «una de las mejores experiencias que he vivido».

  

«Dentro del caos nace una solidaridad enorme, fue maravilloso. Trabajé más que en toda mi vida pero fue muy gratificante», confiesa Carmelo. Lo ocurrido fue tan emocionante que admite que «a veces tenías que separarte para llorar», como cuando, al ayudar a una familia que había perdido a una hija en la riada a limpiar su restaurante, el padre prometió volver a abrir, por ella. Carmelo Ruiz regresó después una segunda vez, ya acompañado de su esposa, con dos coches, para dejarle uno a su hermana.

Eurotoques incluso organizó una cena de 200 comensales, a 500 euros el cubierto, en Bodegas Franco Españolas, a beneficio de Valencia. Por otra parte, desde diferentes puntos de La Rioja se establecieron puntos de recogida de alimentos, productos de higiene personal y otros materiales para los afectados. Uno fue el del centro de estética Makeover de Logroño, que involucró a otras empresas, como Cofitor y Jesmar de Albelda y Colchones Medrano de Ribafrecha. «Llevamos de todo. Hubo una mujer mayor que lo había perdido todo a la que le llenamos la casa», rememora Anne Martínez, de Jesmar.

  

Ella recuerda, de Paiporta, sobre todo «el olor, era una barbaridad». Realizaron varios viajes con furgonetas llenas. Y como también había aportaciones económicas, con el dinero se adquirió y trasladó lo que hacía falta, como generadores eléctricos. Y, como en todos los casos, hubo «sentimientos encontrados». «La escena nada más llegar la tengo grabada: todo el mundo hasta las cejas de barro, mascarillas, palas al hombro, cansancio, desesperación... La gente nos miraba con gratitud y nosotros, con la sensación de que íbamos a ver cosas muy feas pero éramos necesarios», describe Anne.

Una iniciativa singular fue la del ciclista Carlos Coloma, que recogió un centenar de bicicletas para los afectados. «Aparte de las bicis, muchas empresas de Albelda colaboraron», destaca Coloma.

  

NovaClean fue una de esas firmas. Y entre esas donaciones recuerda una en concreto: «Una señora mayor había perdido sus zapatillas de casa, no teníamos de su número y le prometimos llevarle unas. Cuando lo hicimos se echó a llorar», detalla Coloma.

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