La solidaridad obliga a parar la recogida de ayuda

Natalia agradece enormemente el espíritu solidario que la guerra de Ucrania ha despertado en La Rioja. Lo dice mientras su teléfono no deja de vibrar anunciando la cascada de mensajes que siguen entrando en un dispositivo que no ha descansado desde que el denominado 'Colectivo Ucrania-Rioja' publicara en las redes sociales un mensaje solicitando ayuda para el pueblo ucraniano, para su pueblo. Apenas cuatro días después de que lanzaron ese SOS a toda la región, se han visto superados por la ola de contribuciones y han decidido detener, al menos provisionalmente, la recogida de material hasta que pueda ser enviado y distribuido entre los afectados por la guerra.

El objetivo, dice Natalia, es repartirlo en territorio ucraniano, pero el primer paso es llegar hasta Polonia. «Con lo que hemos recibido podemos llenar el transporte que nos habían prometido. Si no tenemos más capacidad de envío no podemos seguir recogiendo», explica reconociendo también que la mayor parte de los productos recibidos son ropas de abrigo y que las principales demandas que les llegan desde tierras ucranianas son las de medicamentos, botiquines de emergencia y vendas para tratar a los heridos en el conflicto.

«Nos tenemos que centrar en el envío de todos los productos», explicaba en la mañana de ayer Natalia. Las ganas de ayudar de la población riojana han superado con creces cualquier expectativa previa decía sin ocultar su limitada capacidad logística. De hecho, explicaba que en la mañana de ayer mantuvieron un encuentro con representantes de la administración regional para estudiar la posibilidad de que les ayudaran con el envío.

«El primer objetivo es llegar a Polonia para, desde allí, acceder por algunas rutas que sí están operativas y entregar lo recogido en Ucrania», incidía. En todo caso, con casi un millón de ucranianos que ya han salido de su país con lo puesto, las necesidades de ayuda a ambos lados de la frontera son inmensas. «Muchos han querido huir, pero otros se han quedado a defender sus casas...», recuerda.

Tras 20 años en La Rioja, Natalia, como el resto de sus compatriotas, no esconde el intenso dolor que provoca la distancia. «No tiene sentido, no tiene sentido...», dice en varias ocasiones explicando cómo está sobreviviendo su familia a la invasión rusa. «Procedo de una localidad que está al sur de Kiev y mi familia está viviendo en los sótanos de los edificios. No es que no sepan qué esperar del dia siguiente, es que no saben qué les va a deparar la próxima hora», describe. «Nadie se puede hacer una idea de qué es la guerra. Vemos las imágenes en la televisión, pero cuando te la cuenta quien la vive encerrado en un sótano...», explica. «No es posible que en pleno siglo XXI estemos viviendo una guerra como esta en la que está muriendo mucha gente, gente civil...».

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