José Andrés Pérez | Director de Cáritas
«No siempre tener familia es sinónimo de estar acompañado»Desde Cáritas constatan una realidad creciente, la de los mayores que en sus últimos años de vida no tienen ni para pagar la calefacción
Cáritas es sin duda un observatorio de la realidad, pero de la realidad más dura, y desde hace unos años constatan que cada vez más ... mayores viven solos, desamparados y en situaciones cada vez más difíciles. La soledad es un problema creciente, aunque estas personas tengan familia. «No siempre tener familia es sinónimo de estar acompañado. Por lo que sea, porque viven fuera, porque no quieren...», explica el director de esta entidad de la iglesia católica.
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Aeste problema se añade que tampoco es fácil llegar a ellas, sobre todo en la ciudad, donde «las relaciones son más difusas y hay una mayor desconfianza a abrir la puerta a cualquiera». Muchas acaban por no poder salir de sus casas porque con los años se van deteriorando. «Este es un problema cierto que vemos en Cáritas», explica. En la memoria del pasado año, un 6% de las personas atendidas eran mayores en situación vulnerable. Numéricamente no es una cifra exagerada, unas 180 de los 3.000 que pasaron por la entidad, pero son conscientes de que por educación y por cultura a las personas mayores les cuesta mucho pedir ayuda. Han vivido educados en la cultura del trabajo, del esfuerzo y tienen cierta dignidad. «Dicen: me valgo por mí mismo, pero eso a veces no es verdad, por lo que sea, porque las pensiones son demasiado pequeñas, porque los gastos de vivienda y demás son cada vez mayores, especialmente para los que no tienen su piso en propiedad».
En estos casos, Cáritas da una ayuda económica, paga algunos de los recibos, «a lo mejor dos, tres como máximo al año. Porque tampoco nuestros recursos dan para más».
Detrás hay un sistema de protección organizado porque si una personas no percibe una pensión de la Seguridad Social, existen las no contributivas, «el problema es que son muy bajas y alcanzan para la mera subsistencia». «Pero como digo, para estas personas es un drama pagar el alquiler. Por lo demás, la gente mayor suele ser austera, ha vivido otras circunstancias en la vida, pero claro, por mucha austeridad que quieras si tienes 600 euros al mes de ingresos y 400 se te van en el piso...».
Son situaciones que, aunque no sean numerosas, sí son dramáticas para quien las vive. «Es muy triste que personas mayores no puedan encender la calefacción. Ahora llega el invierno y las hay».Son ancianos que pese a haber estado trabajando toda la vida han llegado a este punto porque en algunos casos no cotizaban a la Seguridad Social o sus cotizaciones eran muy bajas y «eso al final de la vida pasa factura. Es terrible».
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El apuro, la vergüenza y el orgullo son un handicap porque por lo general quienes pasan por este trance se resisten mucho a pedir ayuda, les cuesta y «sólo vienen cuando de verdad no les queda otra o porque un conocido está en Cáritas y le insiste para que venga».
La ayuda trasciende lo económico, Cáritas cuenta con un equipo de voluntarios que acompaña a las personas mayores que están solas en residencias «que no tienen familia ni visitas. Incluso tenemos algún voluntario que va a estar un rato con los sacerdotes mayores».
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