David, diagnosticado con VIH con 24 años. Justo Rodríguez
Diagnosticado con VIH

«Me sentí engañado porque la otra persona lo sabía y no me dijo nada»

Con 24 años David recibió el diagnóstico de VIH, tiempo después sólo su entorno más íntimo lo sabe porque aún hoy, dice, «la enfermedad te estigmatiza»

Carmen Nevot

Logroño

Sábado, 29 de noviembre 2025, 08:03

El caso de David –no es su nombre real– es como el de tantos jóvenes y también mayores que descubrieron que habían contraído el virus ... del VIH por casualidad y que prefieren permanecer en el anonimato para evitar ser víctimas de un estigma social al que todavía, en pleno siglo XXI, se ven sometidos muchos pacientes. No quieren arriesgarse a ser señalados con el dedo y a ser discriminados por sufrir una enfermedad que en sus inicios se asociaba al consumo de drogas, sobre todo heroína.

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David tenía 24 años cuando empezó a encontrarse mal. Encadenó varias gripes con fiebre muy alta, «por encima de los 40 grados», cuenta. Tanto malestar, sobre todo por la noche, le mantenía postrado en la cama. Al principio pensó que todo aquello era una mala racha, pero al final no le quedó otro remedio que acudir al médico. En la consulta, su doctor le planteó la posibilidad de hacerse la prueba y él aceptó. Fue entonces cuando le dieron la noticia: se había infectado de VIH.En ese instante, se le atropellaban los sentimientos, pero sobre todo tenía miedo, quizá porque aunque todo el mundo conoce la enfermedad, nadie piensa que pueda a afectarle a uno mismo.

El protagonista de estas líneas reconoce que había tenido una práctica de riesgo en una ocasión, «en una relación con un hombre». Era como jugar a la ruleta rusa y le tocó a él. Tras aquello «me sentí engañado porque la otra persona lo sabía y no me dijo nada», lamenta.

Afortunadamente, en su caso, el virus estaba en una fase muy inicial y había solución: un tratamiento que empezaron a administrarle un mes después del diagnóstico y que sabe que tendrá que seguir toda su vida. Nada más empezar a medicarse desapareció la fiebre y el malestar continuo que había sentido hasta entonces. «Nada de aquello se ha vuelto a repetir», insiste.

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Han pasado unos años desde el diagnóstico, no demasiados, y lleva una vida laboral completamente normal, aunque reconoce que en su trabajo no lo saben porque «hay mucha gente que nos estigmatiza y creen que con tocar a la persona o con besarla se van a contagiar», además tiene miedo de que se enteren y le pueda repercutir. En su familia lo han asimilado con normalidad, ni rechazo ni malas caras. Ahora bien, antes de concluir esta entrevista quiere recomendar que se tomen precauciones, «que utilicen condón porque muchas veces toman la pastilla y –dice– no es suficiente».

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