Seis meses después del asesinato de Salwa sus hijos siguen bajo tutela de Servicios Sociales

El caso continúa en instrucción pendiente del informe definitivo de la valoración psiquiátrica del único acusado, S. A., marido de Salwa, para determinar si alguna patología pudo haber afectado a su capacidad volitiva. De ser así, según explica su abogado, Alfredo Arrién Paredes, del despacho Paredes y Asociados, cree que no podría ser considerada una eximente, sino una atenuante analógica incompleta. No obstante, aún sería prematuro extraer conclusiones de un estudio que, a petición de su defensa, le efectuaron antes de la pasada Navidad.

El crimen de Salwa, cometido el pasado 8 de julio en el número 1 de la plaza Martínez Flamarique de Logroño, continúa en instrucción en el Juzgado de Violencia sobre la Mujer aunque ya habrían terminado las declaraciones de los testigos y faltarían las periciales. Una vez concluida la fase de instrucción, el caso se elevará a la Audiencia Provincial, se calificarán los hechos, se dará traslado a las acusaciones para nombrar después a los miembros del jurado que se encargarán de dilucidar sobre la culpabilidad o no de S. A.

El acusado continúa en la centro penitenciario de Logroño, a donde fue conducido el pasado 11 de julio después que la juez del Juzgado de Violencia sobre la Mujer decretase prisión incondicional por un presunto delito de homicidio para S. A., de 44 años, detenido el pasado sábado por el asesinato de su esposa, Salwa, de 34, en la vivienda que, junto a sus tres hijos, compartían en el número 1 de la plaza Martínez Flamarique de Logroño.

S. A., ingeniero industrial y profesor universitario, fue detenido después de que confesara a los policías que le rescataban del río Ebro que había matado a su mujer. Al parecer, el procesado se trasladó hasta esa zona, denominada Isla, cerca del Cuarto Puente, con sus tres hijos a los que tras supuestamente dar muerte a su mujer, recogió de la biblioteca Rafael Azcona.

El detenido se metió al río con la intención de suicidarse y, al parecer, también habría intentado lo mismo con sus hijos de entre 7 y 11 años. El pequeño, que al igual que el resto no sabe nadar, como tenía miedo al agua salió corriendo.

Un agente de la Policía Local, de servicio en una prueba deportiva, vio al padre en el río, alertó de lo sucedido y, poco después, le rescataban del agua. Las dos hijas, de 9 y 11 años, estaban con la ropa mojada en la orilla. En ese instante, él confesó que había matado a su mujer y poco después, varios agentes accedían a la vivienda, en el segundo piso del número uno de la plaza Martínez Flamarique, y se encontraban el cadáver ensangrentado de la mujer.

Toda la familia había llegado a Logroño en 2016 como refugiada. Antes habían estado en un campo del Líbano adonde huyeron tras recibir cartas amenazantes en su pueblo natal.