Un rito rodeado de emociones, notablesgastos y estereotipos
En los colegios públicos como el CEIP Gonzalo de Berceo de la capital riojana, los alumnos pueden optar entre cursar la asignatura de Religión o ... la de Valores Sociales y Cívicos. El 60% de sus escolares se decanta por la segunda.
En el colegio concertado Maristas de Logroño la materia de Religión es obligatoria. Ambos centros explican que no abordan en clase la cuestión de la Primera Comunión, sino que ceden este asunto a la catequesis.
«Durante el periodo en que suelen celebrarse, nosotros aguantamos los nervios y las emociones de los niños», comenta el director del CEIP Gonzalo de Berceo, Daniel Hernáez. En Maristas, prácticamente la totalidad de su alumnado cumple con el rito. Si bien desde el colegio se vive como algo fundamentalmente ajeno al devenir escolar. «Hay familias que se lo toman como un momento cristiano importante y otras, de forma más festiva», admite su director, Adolfo Lezana.
Asegura que tampoco les llega la inquietud de algunos padres por hacer frente a los gastos de la comunión, cifrados en unos 2.000 euros entre trajes, fotografías, banquete y regalos. «Se han convertido en minibodas», advierte el catedrático de Sociología en la UR. «Introduce a los niños en el consumismo masivo y, para las familias con menos recursos, afrontar estos desembolsos constituye un problema real», remarca. Además, expone que a este rito le rodean algunas «connotaciones negativas» como que «refuerza los roles de género tradicionales», ya que «los niños adoptan una actitud masculina vestidos de marineros y las niñas, una más delicada al ir de princesas».
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