La Rioja ha registrado 42 fallecidos por covid desde que acabó la alerta sanitaria
Los casos más graves se registran entre los mayores y en el Hospital San Pedro ha habido 117 ingresos por coronavirus este año
La pandemia es la página pasada de un libro que nadie quiere volver a abrir. Sus efectos y sus consecuencias demoledoras han marcado la sociedad ... mundial en muchos aspectos. Pero el virus que llegó de Wuhan sigue estando entre nosotros aunque, gracias principalmente a las vacunas, sus efectos ya no sean tan devastadores.
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Pero, dos años después de que el Consejo de Ministros decretase el fin de la crisis sanitaria y derogase las últimas medidas en vigor, conviene tener presente que el coronavirus es una enfermedad que seguirá dando coletazos, alguno de ellos mortales. Desde ese 3 de julio de 2023 hasta hoy, La Rioja ha registrado 42 muertes vinculadas a la enfermedad, cifras alejadísimas de las 589 con las que se cerró el letal 2020, por ejemplo, pero significativas a la hora de recordar que la batalla, aunque de baja intensidad, continúa abierta.
«No tienen nada que ver los inicios de la pandemia con los casos actuales de enfermedad, que presenta una clínica más leve», explica Eva Martínez, directora general de Salud Pública, Consumo y Cuidados, aunque recuerda que la enfermedad «causa más riesgo a las personas mayores».
Los datos estadísticos, que se siguen registrando semanalmente, son una clara muestra de esta especial virulencia del coronavirus con los riojanos más añosos. De los casos graves, los que requieren ingreso hospitalario y que este año ascienden a 117, tres de los cuales han sido atendidos por la UMI, el 74% contaba con más de 70 años. Y entre los fallecidos desde el final de la alerta sanitaria, el 85% superaba esa edad.
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Estar vacunado o haber superado la enfermedad explican por qué somos más resistentes al virus, aunque este presenta múltiples caras en forma de variantes con las que trata de esquivar al sistema inmunitario. La última de ellas, denominada XFG o 'stratus' (aunque también se está popularizando como 'Frankestein'), es la que actualmente está conllevando un repunte moderado de casos, no solo en La Rioja, sino en toda España.
Alzas que tienen más que ver con las mutaciones que con lo cíclico, como por ejemplo la gripe, porque el covid ha dejado claro que «no sigue un comportamiento estacional» y «cuenta con capacidad de propagación a lo largo de todo el año».
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Sin ondas epidémicas
Los ejemplos cercanos son los de los veranos anteriores, cuando hubo repuntes, algo que actualmente no ha ocurrido, pero que tampoco se puede descartar. «Este año no se han registrado ondas epidémicas y la incidencia es menor que la del año pasado», analiza Martínez. Los datos de la última semana del Sistema de Vigilancia de Infección Respiratoria Aguda (SiVIRA) así lo señalan: en La Rioja, entre el 21 y el 27 de julio, se analizaron 732 muestras de enfermedades respiratorias, de las que 47 dieron resultado positivo, es decir, el 6,4%. En ese mismo número de muestras hubo 152 positivos por gripe, con una positividad del 20,8%. Así que mientras la incidencia global de las infecciones respiratorias llega a 242 casos por cada 100.000 habitantes, la del covid se queda en 16. Cuatro de estos positivos se encuentran actualmente hospitalizados.
Atrás quedan los tiempos en los que las pruebas se multiplicaban y se realizaban casi de forma indiscriminada. Por ejemplo, en 2022 se llegaron a contabilizar 56.914 casos. Pero 2023 fue un punto de inflexión y, actualmente, además de en ingresos hospitalarios compatibles por la enfermedad o por prescripción, en cada centro de salud hay un médico y una enfermera que controlan una muestra de población representativa que sirve para elaborar las estadísticas, lo que ha rebajado notablemente esa detección casi completa del pasado. Como curiosidad, en 2025 han sido 392 los casos detectados por coronavirus. Y desde que finalizó la alerta, 5.207, unas cifras alejadísimas de los años más duros de la pandemia.
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De la mascarilla a la sombrilla
Volver la vista atrás es bueno a veces', cantaba Karina para recordar de dónde venimos y de lo que disfrutamos. En el caso del covid-19 y en el ecuador del sexto verano del coronavirus, hay que bucear en la memoria para acordarse de aquel extraño estío de 2020, con los contagios disparados y el miedo metido en el cuerpo.
Ese agosto, en La Rioja la preocupación estaba en el ocio nocturno tras encadenar varias semanas sin defunciones. Parecía que lo peor había pasado y el debate se centraba, entre otros muchos aspectos, en si las mascarillas obligatorias eran utilizadas con rigor de madrugada o si las fiestas de los pueblos podían ser una nueva espoleta para el virus.
Un año después, y con todos los vaivenes asociados a la pandemia, agosto comenzaba con los estragos de una nueva ola del covid, la quinta: ocho muertes en La Rioja durante el fin de semana, todos ellos usuarios de residencias, doce pacientes en la UCI y más de 1.700 casos activos. En ese momento, cuando ya dos tercios de la población riojana había recibido al menos una dosis vacunal, en la comunidad se habían registrado 793 muertes por el virus.
Pero el paso de las semanas, la inmunización y las medidas fueron reduciendo los riesgos, el virus continuaba ahí, letal en demasiadas ocasiones. De «peligroso vuelco» se tildaba en aquel agosto de 2022 la evolución de la pandemia en la región, con doce muertes durante julio. En total, ya eran 939 los fallecidos por el coronavirus y en esa jornada se registraban 39 ingresados en el San Pedro. Aunque en esos días las preocupaciones iban más por el impacto laboral del covid y por el plan de ahorro energético que por esos fallecimientos, que ocupaban una modesta parte baja de una página 28 del diario.
El verano de 2023 comenzó con la declaración del fin de la crisis sanitaria y las medidas aún en vigor, como la obligatoriedad de las mascarillas. Y el covid fue cediendo peso informativo hacia la normalidad estival. Calores, veraneos, sueldos públicos... Y poco rastro del covid que se difuminaría en 2024, dejando para el invierno y para fechas señaladas el recuerdo de una pandemia que, afortunadamente y por el momento, se ha convertido en enfermedad.
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