La pérdida de valor comercial de la lana la convierte en un residuo de carga económica

Adrián Lara, ganadero de Nájera que tiene 33 años y casi 1.000 ovejas de la raza rasa navarra en Baños de Río Tobía y Villaverde de Rioja, apostó por este sector hace ocho años continuando la tradición familiar y cuenta con la ayuda puntual de su padre, Agustín. «Tengo escuchado a mi abuelo y a mis padres que con la lana pagaban muchos gastos y que incluso se esquilaba dos veces», comenta.

Ahora se esquila una vez, por necesidad para el animal, para evitar el calor del verano. Adrián suele hacerlo a través de profesionales de La Rioja por San Isidro, pero este año va con retraso por el clima y esperará a la próxima semana. Señala que durante unos años se la llevaban gratis y desde la pandemia no la quieren de ninguna forma. La acumulan en el almacén desde hace tres campañas.

Explica que lleva tiempo buscando soluciones como destinarla a materia prima para aislante de tejados porque es ignífuga, pero no existe normativa. También se interesó por la situación en una feria de Zaragoza y comprobó que en otras regiones sirve como biofertilizante.

Adrián es socio de ARAG-Asaja y expuso el problema. La organización agraria y ganadera riojana ha dado un paso adelante al solicitar al Ministerio de Agricultura la creación de un protocolo técnico y legal que avale la práctica de aprovechamiento de este recurso ante el problema de su gestión. Se trata de usarla como enmienda orgánica (fertilizante) para suelos agrícolas.

ARAG-Asaja ha enviado esta petición a la consejera de Agricultura y Ganadería del Gobierno de La Rioja para que la traslade al Ministerio de Agricultura. La preocupación de los propietarios de ganado ovino también se ha tratado en las diferentes reuniones mantenidas por la Mesa Ganadera de La Rioja.

La asociación señala que el valor comercial de la lana ha caído de forma importante, situación que se une a la falta de canales viables para su comercialización. Todo ello tiene como consecuencia que el citado producto se haya convertido en una carga económica y logística. La ausencia de demanda para el mercado textil, al que tradicionalmente se vendía la lana, obliga a muchos ganaderos a almacenarla o a tener que asumir los costes para su eliminación como residuo.

«Todo ello conlleva un grave perjuicio económico para las explotaciones, además de un problema medioambiental y de sanidad animal, debido al almacenamiento prolongado de grandes volúmenes de lana sin tratamiento adecuado», aseguran desde ARAG-Asaja.

La opción de usarla como enmienda orgánica contribuiría a darle una salida útil y sostenible y reforzaría la economía circular en el ámbito ganadero. Por ello se ha solicitado al Ministerio que ponga en marcha una normativa legal hasta ahora inexistente.