Ocho de cada diez riojanos de 10 a 15 años tienen móvil, la tasa más alta del país

No es una cuestión menor sino que es creciente la preocupación tanto por las consecuencias que genera en el desarrollo de niños y adolescentes la sobreexposición a las pantallas o por el acceso a contenidos inapropiados como violencia, pornografía o discursos de odio. Por ello, más allá del estudio de situación, este comité de expertos realiza una serie de propuestas para avanzar hacia entornos digitales seguros a las familias, la industria, las administraciones o los centros educativos, entre las que desaconsejan exponer a niños de 0 a 6 años a dispositivos digitales, limitar el uso de elementos con acceso a internet en aquellos de 6 a 12 años y priorizar móviles analógicos y establecer herramientas de control de tiempo y contenidos en adolescentes de 12 a 16 años.

Las recomendaciones de uso por edades es el aspecto más llamativo del informe ministerial, con unas restricciones que chocan bastante con la realidad del uso cotidiano de los dispositivos digitales entre los menores. Por ejemplo, frente a la propuesta de retrasar lo máximo posible la entrega del primer teléfono inteligente, las estadísticas revelan que ocho de cada diez riojanos entre 10 y 15 años dispone de un móvil, según una encuesta del INE.

Se trata de un porcentaje un 10,3% superior a la media nacional, y es que La Rioja es la comunidad con una mayor tasa de menores con teléfono. Esta proporción ha evolucionado de forma desigual desde hace años, si bien en líneas generales el incremento no es exagerado en la última década.

Desde Proyecto Hombre La Rioja, institución referente en el apoyo a personas con adicciones, David García de la Cal, su director, señala que «llegan familias muy preocupadas por el abuso que hacen sus hijos de las nuevas tecnologías y por las consecuencias que tiene en el hogar en el momento en el que tratan de ponerle límites, en ocasiones con reacciones de agresividad». De hecho, el 16% de los menores con los que actualmente trabaja Proyecto Hombre han acudido por problemas relacionados con las TIC, el videojuego 'on line' y las apuestas virtuales. «Los padres ven que sus hijos se aíslan cada vez más, empiezan a dejar actividades extraescolares, de deporte o que implique estar fuera y se van recluyendo en sus casas», comenta García de la Cal.

El estudio de Juventud e Infancia incide en el papel de las familias desde diferentes vertientes. Uno de ellos es su papel como ejemplo del buen uso de las nuevas tecnologías. «Una parte importante del aprendizaje es la imitación, especialmente entre los pequeños, ya que están programados para aprender al referente. Perdemos argumentos si los adultos realizamos un uso continuado del móvil», explica por su parte Javier Ortuño, psicólogo y profesor de la Universidad de La Rioja.

Sin embargo, el aspecto en el que más incide el informe es en el acompañamiento desde los más pequeños a los jóvenes.«El gran esfuerzo debe estar enfocado en la educación familiar, en empoderar a los padres para que se sientan capaces de asumir la responsabilidad de acompañar a sus hijos en el uso de las nuevas tecnologías. Les acompañamos a andar en bici, a jugar, a escalar... Sin embargo, en esto les dejamos solos, con los riesgos que conlleva», subraya David García de la Cal, de Proyecto Hombre.

El estudio alude en varios puntos al perjudicial efecto de elementos de 'enganche' a los dispositivos electrónicos, como pueden ser las 'cajas botín', presentes en numerosos videojuegos y que obligan a acceder recurrentemente a la aplicación, o a otras herramientas de gratificación inmediata. «El móvil es un dispensador de dopamina con muchos refuerzos que nos hacen estar en continua activación, generando incluso el miedo a perderse algo o estar desconectado. En cerebros en desarrollo estos efectos son más sensibles», comenta Javier Ortuño.

En numerosas ocasiones se ha hablado de los riesgos 'on line', pero el grupo de expertos analiza todo el espectro hasta la adolescencia desde los recién nacidos, en los que pone especial énfasis. El informe detalla que hasta los 2 años se concentra «el periodo de máxima plasticidad neuronal, en el que el cerebro va formando su 'cableado' y en el que se desarrolla la psicomotricidad gruesa, la fina y el lenguaje». Es por ello que estudia cómo las pantallas perjudican esos procesos y desaconsejan su exposición entre los 0 y 6 años, especialmente en la primera etapa.

El psicólogo Javier Ortuño explica que las pantallas «producen estímulos muy potentes, con luz, sonido y movimiento que capta la atención del niño pequeño, al que luego le cuesta más centrarse en otras actividades más 'sencillas' como un libro o un cuaderno. Además, ese tiempo dedicado a la pantalla es tiempo en el que no está interaccionando con sus padres, sus iguales, al aire libre... Tiene un impacto en sus funciones ejecutivas».

En sus doscientas páginas, el estudio del Ministerio da para mucho, también para incidir en cómo deben crearse entornos seguros en los centros educativos. Esto pasa tanto por no permitir el uso de dispositivos tecnológicos privados –a los que solo abre la puerta en Secundaria salvo por razones excepcionales– como por regular los del propio centro, empleados como apoyo pedagógico. Recomienda no usarlos de 0 a 6 años, priorizar métodos analógicos en Primaria y desde los 12 años emplearlos ocasionalmente con objetivos didácticos.

«Se está empezando a apreciar en estudios que los efectos beneficiosos de las herramientas digitales apenas están constatados mientras que los negativos sí se aprecian», expone Javier Ortuño, que añade que «resulta incongruente querer limitar el uso al alumnado mientras que desde edades tempranas se está enseñando mediante dispositivos electrónicos».