Solo dos de cada diez estudiantes de Ingeniería de la UR son mujeres

En aquel curso 2010-11, ya lejano, solo había 32 chicas entre los 212 estudiantes de esos grados. Representaban únicamente el 15% del alumnado y, con el paso de los años, ese porcentaje fue aumentando paulatinamente. De hecho, tres años más tarde la presencia femenina en estas carreras de Ingeniería se había elevado hasta el 17,6%, cifra que pasada una década se ha situado en el 22% del curso más reciente (171 chicas por 609 chicos). Es decir, en dos lustros el porcentaje ha crecido algo más de un 4%.

Cinco son los grados de Ingeniería que se cursan en la UR: Agrícola, Eléctrica, Electrónica Industrial y Automática, Informática y Mecánica. Entre ellas, tanto por número como en porcentaje, la Agrícola es la que contabiliza más mujeres. Han supuesto el 36,69% de los estudiantes del curso 2023-24, mientras que en otras como la Mecánica, la Informática y la Eléctrica no han alcanzado el 20%.

De cualquier manera, todas esas cifras se sitúan muy lejos de la tendencia que muestra la UR. No en vano, en el centro educativo riojano estudian actualmente más mujeres que hombres gracias, sobre todo, a las diferencias existentes en carreras como la de Enfermería (275 chicas y 63 chicos) o Educación Infantil (257 chicas y 24 chicos).

Sigue habiendo, a tenor de estos datos, estudios que se vinculan, de manera global, al género masculino y otros mucho más demandados por el femenino. En ese sentido, Jesús Velilla considera que «no tiene ninguna lógica» que los hombres elijan más las carreras técnicas que las mujeres. «La ingeniería no está reñida con el sexo; hay compañeras que son verdaderas fenómenas», recalca el decano del Colegio de Ingenieros Técnicos Industriales de La Rioja.

Aún así, las diferencias que se aprecian en el ámbito educativo se trasladan también al profesional. «De los 1.200 colegiados que somos, más o menos, unas 130 son mujeres», indica Velilla. «Estamos en torno al 10%, pero el número ha ido creciendo con el paso del tiempo», añade. Para ejemplificar esa evolución, el decano del colegio detalla que, cuando él cursó la carrera, apenas había chicas ingenieras. «Igual había una o ninguna», reseña. Sin embargo, su colectivo va a llevar a cabo próximamente un acto para reconocer a los profesionales que llevan veinticinco años en el oficio y ahí ya se aprecia una progresión. «De setenta personas, ya hay diez mujeres», cuenta.

No en vano, y según expone el propio Velilla, la presencia femenina en el sector se fue ampliando en la década de los noventa y esa tendencia ha ido intensificándose con el paso de los años. «Es algo que está mucho más normalizado que antes», se congratula. Y, de hecho, opina que en el futuro estos registros continuarán aumentando. «Nosotros tenemos un proyecto para introducir a los alumnos de la ESO y Bachillerato en las carreras Steam y es curioso que ahí el porcentaje de mujeres es incluso superior al de los hombres», apunta. «Es más, uno de los grupos, de La Enseñanza, ha ganado un premio de introducción a la innovación y estaba formado íntegramente por chicas», destaca. Por todo ello, el decano del Cogitir se muestra «muy orgulloso» de la mayor relevancia que está tomando la presencia femenina en el sector. «Me alegro mucho de que ya no se vea como algo atípico que una mujer decida cursar estos estudios», concluye.

En la Asociación de Ingenieros de Telecomunicación de La Rioja, la presencia de mujeres se eleva hasta el 22% y en el Colegio de Ingenieros Industriales, por su parte, de los 380 colegiados en la comunidad autónoma, solo 42 son féminas, es decir, en torno a un 11%. Sin embargo, hay «esperanza» en que las cifras crezcan en el futuro, puesto que en el Máster de Ingeniería Industrial ese porcentaje aumenta hasta un 17% en el caso de la UR. «Vemos el vaso medio lleno de cara a esa necesidad que tiene la sociedad de incorporar cada vez más mujeres al sector, copado por hombres en su mayoría», señala Teresa Alós, secretaria del colegio oficial del ramo en La Rioja y Aragón. «No hemos de tener miedo a acceder al sector», concluye.