Meteorito

Ha salido dos veces una combinación casi idéntica en la Bonoloto y desde Loterías dicen que el azar es caprichoso y que esto son casualidades. La suerte es indescifrable y a veces le señala a uno con el dedo; Ann Hodges es una de las personas más afortunadas del mundo porque le cayó un meteorito encima mientras se echaba la siesta (una probabilidad entre 1.600.000) y sobrevivió al impacto. Estas cosas pasan, claro, y había una probabilidad entre 23 millones de que se repitieran siete de los ocho números de la Bonoloto incluidos el reintegro y el complementario, pero si parece un pato, nada como un pato y grazna como un pato, entonces yo lo llamo pato por mucho que en Loterías anden silbando a las nubes; a Juan Antonio Roca le tocó la lotería 80 veces, una casualidad más próspera que la de la pobre Ann Hodges para la que no hay ordenadores en el mundo que puedan hacer el cálculo de las probabilidades.

Los sitios donde suena el delicioso tintineo de las monedas están llenos de tahúres y tramposos, pero yo les pido por favor que no sean tan zafios y procedan con un poco de elegancia, como Robert Redford y Paul Newman en 'El Golpe'. Hay que mantener las formas para que no pase otra vez lo del sorteo de la Champions de 2013 en el que Infantino empezó a toquitear con torpeza unos cables ocultos en el recipiente que albergaba las bolas de los equipos. Se trata de que el biombo del mago aguante en el escenario para que no veamos al Barcelona pagando dinero a los árbitros ni a un señor haciendo cosas raras en el bombo de Navidad como en 2019.

Estos episodios a mí dejan inquieto, incapaz de reposar la cabeza en la blanda almohada de plumas de mis ilusiones para soñar un rato despierto antes de apagar la luz de la mesilla. Una carambola tan inconcebible como la de la combinación ganadora es un acto imperdonable, un ataque personal porque quiebra mi fantasía de ganar la Bonoloto aunque yo no sepa ni cuánto vale la apuesta ni qué días hay sorteo ni haya jugado nunca, que es lo de menos.