Manoli Muro, presidenta de Cermi-Rioja Sonia Tercero

Manoli Muro

Presidenta Cermi-Rioja

«Hay mujeres con discapacidad a las que durante años las llamaron inútiles»

«Lo importante es que, a día de hoy, a estas víctimas les hemos dado su lugar. La persona tiene que estar en el centro, en esta premisa se sustenta el avance», apunta

Carmen Nevot

Logroño

Martes, 25 de noviembre 2025, 07:29

Cuatro de cada diez mujeres con discapacidad sufren violencia machista. La cifra, tan alarmante como cierta, la difundía hace apenas unos días la Fundación ... Once durante la presentación de un estudio con el que pretenden dar visibilidad a una realidad oculta pero que poco está saliendo a la luz.

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El esfuerzo está siendo ímprobo, sobre todo porque hace años las mujeres con discapacidad no estaban muy integradas en la sociedad. Al principio, explica Manoli Muro, presidenta del Comité de Entidades Representantes de Personas con Discapacidad (Cermi), costaba mucho saber si estaban siendo víctimas de violencia machista. «Los propios profesionales tenían que detectar que algo estaba ocurriendo, pero ellas nunca manifestaban nada». Si las mujeres que no tienen discapacidad pensaban que lo que están viviendo era normal, esta creencia estaba aún más arraigada entre aquellas que sí tenían alguna discapacidad. «Entendían que si su pareja no se portaba bien con ellas o las insultaba era porque ellas no estaban haciendo las cosas bien».Ese falso autoconvencimiento se ha ido desmontando poco a poco gracias a labor que se ha efectuado desde todas las entidades que integran Cermi. «Ha sido necesario sacarles, que expresen lo que ocurre porque muchas veces notabas algo, incluso un pequeño cardenal, y no te decían nada. Otro día notabas que no estaban bien y que algo estaba ocurriendo». El hecho de que lo verbalicen «ha sido un gran avance» y se ha llegado hasta este punto después de haber logrado que estas mujeres confiaran en los profesionales.

En este camino también cobran gran importancia los grupos de mujeres y discapacidad. «Entre ellas –detalla– van hablando, se cuentan qué es lo que les ocurre, describen las situaciones vividas y se dan cuenta de que estaban sufriendo». Las familias de estas mujeres también han permanecido ajenas a su sufrimiento porque aunque notaran que algo estaba pasando tampoco se confiaban en ellos. Además, hasta hace unos años, «no muchos», matiza la también vicepresidenta de Cermi estatal, «siempre tenían un argumento de disculpa porque entendían que era así y ahora no. Se reúnen, tienen su red de mujeres y ese ha sido un paso muy importante para ver la realidad».

En los grupos cuentan con el apoyo de la psicóloga y la terapeuta ocupacional, «son profesionales que cultivan la confianza, de forma que ellas ya se abren más a contar el momento que viven». Llegar a ese punto ha costado mucho y aún así «todavía hay que estar muy expectantes cuando ves algo raro en la mujer que tiene discapacidad». Se trata de un trabajo necesario y que, a su juicio, hay que seguir haciendo para «que no se pierda todo esto que van adquiriendo» y, sobre todo, para que cuando una mujer que se incorpore a la red se sienta apoyada y sepa que son ellas las que más le van a ayudar y en las que en algún momento se pueden ver reflejadas. Un efecto espejo que se logra cuando escuchan las historias que cada una de estas víctimas lleva a sus espaldas. «Ven que el resto manifiesta lo que le ha ocurrido, cómo empezó, cómo se sentían y ven que igual es lo que les está pasando a ellas».

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Hace unos años

«Entendían que si su pareja no se portaba bien con ellas o las insultaba era porque ellas no estaban haciendo las cosas bien»

Manoli Muro

Presidenta Cermi-Rioja

En el caso de estas personas, además de la víctima, es posible que también la pareja sufra algún tipo de discapacidad, por tanto, en ocasiones, también hay que trabajar con ellos cuando se detecta que algo no va bien. No perciben que son maltratadores. Igual que un agresor sin discapacidad «da veinte vueltas y veinte disculpas», los que la sufren «se quedan más parados, pero hay que hacerles ver que eso no es así y aunque no lo crean son así». «Les cuesta asumirlo porque no lo entienden, dicen: igual es porque hizo esto o lo otro», explica Muro.

Dentro de Cermi hay cinco colectivos que trabajan con discapacitados intelectuales, físicos, sensoriales, de salud mental y parálisis cerebral. Un extenso abanico que recoge todo tipo de discapacidades que entienden de diferente forma la violencia machista. Por lo general, una persona con discapacidad física, que cognitivamente está bien, «puede manifestarlo más, los sensoriales también», pero a los colectivos que sufren alguna patología mental o parálisis cerebral «les cuesta más».«Hay que trabajar con cada uno de la forma adecuada para conectar con ellos y eso también hay que tenerlo en cuenta».

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La irrupción de cada vez más casos, a su juicio, obedece a que manifiestan más las situaciones de agresiones, que suelen ser sobre todo psicológicas, no tanto a que haya más mujeres que sufran violencia. Además, explica la presidenta de Cermi-Rioja, ahora están aflorando malos tratos de larga duración, de mujeres que han sufrido que «el de enfrente te está diciendo que eres una inútil y te lo crees y por eso me desprecia y no me trata bien». Lo importante es que, a día de hoy, «a estas mujeres les hemos dado su lugar. La persona tiene que estar en el centro, en esta premisa se sustenta el avance».

En este punto, Manoli Muro quiere hacer una precisión: se habla de la violencia machista, pero muchas veces el colectivo con discapacidad la sufre en el propio trabajo y por parte de los compañeros, «no es una violencia de género, pero también hay que estar muy expectantes».

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