Logroño pierde 60 comercios tradicionales al año

La situación de la Plaza del Mercado llama la atención por su historia y su singularidad, pero se repite aquí y allá por la ciudad. Basta un recorrido por el paseo de las Cien Tiendas, por San Antón o por otras calles del centro para descubrir que un cambio importante y tal vez irreversible lleva años en marcha. La Cámara de Comercio de La Rioja realiza un censo de comercios minoristas en la capital. Se trata de un listado elaborado a pie de terreno y sin tener en cuenta ni las franquicias ni las grandes cadenas nacionales; de lo contrario, los árboles de Zara –grandes, frondosos y llenos de lucecitas– podrían ocultar un bosque cada vez más escuálido. Los datos del censo de la Cámara son elocuentes: a diciembre de 2021, después del embate de la pandemia, había 2.172 comercios minoristas «tradicionales» en Logroño. Tres años después, esa cifra había caído a 1.983: 189 menos.

Se siguen produciendo altas, pero no llegan a compensar las bajas. En 2022, por ejemplo, hubo 101 aperturas y 185 cierres. En 2023 las cifras fueron casi idénticas: 116 inauguraciones y 182 despedidas. Ambas cifras, tanto la positiva como la negativa, se moderaron el último año, en el que se registraron 71 altas y 110 bajas.

Aunque La Galería y López Suverbiola se unirán pronto al elenco de cierres, la tendencia descendente se ha frenado en los últimos meses. A fecha de hoy, siguen abiertos 1.989 comercios minoristas tradicionales (sin contar franquicias ni cadenas nacionales), seis más de los que había a comienzos de año. Los 39 cierres se han compensado con 45 aperturas.

No parece suficiente para proclamar que la sangría ha terminado. «Los hábitos de consumo siguen siendo los mismos y tampoco se han hecho mejoras en la legislación para tratar de paliar la competencia desleal que suponen las plataformas, con unas condiciones muy agresivas. Nos tememos que vamos a seguir asistiendo al cierre de más comercios porque la situación no invita a la esperanza», señala Fernando Cortezón, presidente de FER Comercio.

Resulta difícil señalar la fecha en la que las tornas empezaron a cambiar. La crisis económica del año 2008 fue devastadora y la pandemia atizó las brasas, pero en esta sacudida hay algo más profundo y duradero. «La situación se prolonga desde hace mucho tiempo –apunta Cortezón–. Ya desde la aparición de las grandes superficies, que en Logroño fue tardía pero muy impetuosa. De pronto aparecieron varios centros comerciales con un montón de metros que nos hicieron mucho daño». El primer hipermercado, Alcampo, abrió sus puertas hace 35 años.

En cualquier caso, la irrupción de la compraventa 'on line' ha puesto la última zancadilla a las tiendas de toda la vida. «Las cosas cambian y es absurdo pretender que todo vuelva a ser como antes, pero no se puede consentir la competencia desleal de los grandes operadores», apunta el responsable de FER Comercio.