«El trabajo puede ser una herramienta para salir de las adicciones»
Amate defiende que las empresas deben «tratar de recuperar» al trabajador con problemas de alcohol o drogas, no «ponerse de perfil o tratar de echarle»
El tratamiento de las adicciones siempre resulta complicado. Los consumos de abuso (ya sea de alcohol o estupefacientes, pero también de otro tipo como el juego o las nuevas tecnologías) suelen circunscribirse al ámbito de lo particular, olvidando que la persona enferma vive en sociedad y, en gran parte de los casos, trabaja. Y en su desempeño laboral esas sustancias pueden desde provocar accidentes a causar conflictos con compañeros o con la empresa. Pese a esa evidencia, las conductas adictivas en el mercado laboral suelen ser ignoradas. «Si las adicciones son un tema tabú, en el trabajo lo es más. Es un gran desconocido», señala José Antonio Amate, inspector de trabajo experto en esta materia y que intervendrá en el Foro Bilab que desde el miércoles y hasta el viernes reunirá en Logroño a empresas, administraciones e instituciones para dar luz a ese espacio de penumbra.
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– En España, ¿cómo se tratan las adicciones en el trabajo?
– En el aspecto legal, no hay nada legislado expresamente y hay que aplicar la normativa laboral para ver hasta dónde se puede llevar cada caso. Y en lo puramente laboral, existe un gran desconocimiento. Debemos hacer entender que no es un problema que trae el empleado pero que nada tiene que ver con el puesto. No es así.
– ¿Por qué?
– En materia de riesgos laborales hay que cumplir. Estamos empezando a dar importancia a los riesgos psicosociales porque vemos que más de un 70% de nuestros trabajadores sufren estrés, síndromes laborales... ¿Puedo demostrar que esas enfermedades, y las adicciones son una enfermedad, no tienen nada que ver? ¿He cumplido con todo lo que he podido hacer para evitarlo o para ayudar al trabajador?
– El problema de las adicciones suele estallar cuando sucede un accidente laboral.
– Sí. Y cuando sucede un accidente es que ha fallado la prevención. Hay que prevenir y por eso es tan importante evaluar las condiciones. Y si sé que un trabajador tiene problemas de adicciones hay que tratar de recuperarlo, no ponerse de perfil o intentar echarle.
– ¿Cómo suele comportarse una empresa cuando detecta un caso?
– Lo habitual es intentar quitarse de encima el problema, cuando yo creo que tendría que ser parte de la solución. El trabajo puede ser una herramienta para salir de las adicciones.
– ¿Cuál sería el camino a seguir?
– Lo primero, hay que convencer a la empresa de que haga evaluaciones psicosociales para saber si se trata de un tema con causas en el trabajo o viene de fuera. Y lo segundo, ayudarle.
«Hay que convencer a la empresa de que haga evaluaciones psicosociales y luego, ayudar al trabajador»
– ¿Qué debería hacer, por ejemplo, un pequeño empresario si constata un problema de adicción? ¿Debe hablar con el empleado?
– Si hay representación de los trabajadores, lo recomendable es hablar con el delegado de prevención e ir ambos a hablar con la persona trabajadora. Se le debería plantear que hay programas, por ejemplo, los de Proyecto Hombre, que le pueden ayudar y ofrecerle la solución, que pasa por ponerse en manos de los profesionales. Y facilitarle el tratamiento. El trabajador se va a sentir querido y, cuando se cure, ¿qué empleado va a ser más leal y agradecido a su empresa que quien se ha visto ayudado?
– Pero lo más habitual es buscar la amenaza y la sanción.
– No funciona. Lo ideal es ofrecerle ayuda. ¿Qué mejor responsabilidad social corporativa para una compañía, ahora que está tan de moda, que ayudar a un empleado? Las adicciones hay que atajarlas desde un principio, pero no viéndolas como un problema, que lo son, sino también como una oportunidad de ayudar.
«Es muy garantista con el trabajador y, por adicciones, resulta difícil aplicar una sanción»
– ¿Y si el empleado rechaza esa ayuda?
– Si no la quiere, hay que analizar otros escenarios, como la extinción del contrato por la trasgresión de la buena fe contractual.
– ¿Por qué ese concepto?
– La legislación española es muy garantista con el trabajador y, por adicciones, resulta difícil aplicar una medida sancionadora. Es garantista porque se concibe al adicto como lo que es: un enfermo. Si no, lo convertiríamos en un paria. Hay que tratarle como tal, con sus derechos. Pero si no quiere aceptar la ayuda que se le brinda entonces no está actuando de buena fe y se pueden tomar medidas.