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UNA GUISANDERA

«Marisa Sánchez era una guisandera con mayúsculas. Y una gran señora, dentro y fuera de la cocina»

carlos maribona

Domingo, 19 de agosto 2018, 11:42

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En mi tierra asturiana se utiliza mucho la palabra guisandera. Un vocablo muy bonito que define una forma de cocinar, vinculada casi siempre a las mujeres. Esas que durante años han estado y están al frente de casas de comidas tradicionales, sin apenas presencia mediática, defendiendo un estilo de cocina que nunca deberíamos perder. Qué importante papel han jugado y juegan en la transmisión de la cocina popular. Un papel no suficientemente reconocido y que merecería más de un homenaje.

Marisa Sánchez era una guisandera con mayúsculas. Y una gran señora, dentro y fuera de la cocina. Aunque a ella al final de su vida profesional sí le llegaron los homenajes y los reconocimientos nunca quiso asumir un papel estelar. Fue el suyo un trabajo discreto pero brillante durante más de medio siglo en los fogones del Echaurren, donde, además de esas fantásticas croquetas de las que su hijo Francis Paniego ha hecho bandera, elaboraba platos para el recuerdo, desde la menestra de verduras o las alubias con chorizo hasta las patitas de cordero a la riojana o las albóndigas con trufa.

Guisos de gran guisandera. Elaboraciones de una cocina inmutable y reconfortante, ejecutada con difícil precisión. ¡Cuánto hemos disfrutado en los centenarios comedores del Echaurren! Y cuánto disfrutaba ella viendo los éxitos profesionales de su hijo Francis, que aunque juega con otros registros nunca renunció a esa cocina de la memoria que le transmitió su madre, la gran Marisa Sánchez.

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