La gente del Camino de Santiago: recorrido, peregrinaje, vino y celebración

«Todos son bienvenidos», comenta con optimismo Juan Cruz Cabrito, presidente del albergue, en el que trabajan como voluntarios al menos 130 logroñeses. El Camino cuenta con ocho rutas diferentes: el Francés es la principal y más popular, pero también están el Portugués, el Portugués por la Costa, el del Norte, el Primitivo, el Inglés, el Sanabrés y la Vía de la Plata. Una senda ibérica que no se cansa de recibir a miles de personas.

Durante 31 días aproximadamente, en la ruta desde Roncesvalles hasta Compostela, un peregrino recorre un itinerario de cultura popular de aproximadamente 930 kilómetros, con el objetivo de obtener un sello en la credencial que le permite estar en el albergue hospedado. Los voluntarios hospitaleros, por su parte, durante 15 días trabajan en el centro sin ningún tipo de remuneración, ya que el principal objetivo es ayudar a sus colegas. Los viajeros coinciden en que «el Camino comienza desde la puerta de la casa». El día de Santiago el presidente del albergue y los concejales del Ayuntamiento dieron la bienvenida a los viajeros con pan, vino, un pin con el escudo de Logroño y alojamiento en el lugar.

Desde 2006, Haltiner ha pasado por España en busca de su libertad emocional y de un sentido vital; con optimismo habla de la felicidad que le produce incentivar a otras personas a animarse a recorrer el Camino. Para él, gozar de esta experiencia con su familia es algo único que no ha podido encontrar en ningún otro sitio.

«El Camino se empieza solo, pero siempre uno termina acompañado», afirma Henry entre carcajadas, con el objetivo de destacar que el recorrido crea vínculos y recuerdos permanentes. No lleva la cuenta exacta de las veces ha estado en Logroño. «Un sinfín de fotografías cargo en la mente de todos los viajes que he realizado, solo me queda agradecer», concluye.

Óscar y su hijo (Hugo) hicieron parte del Camino el año pasado, y ahora están terminándolo. Compartir por segunda vez el viaje en famila es todo un reto personal para ellos, con el objetivo de recopilar vivencias memorables.

El Camino le ha dado la oportunidad de vivir con el niño un sendero de caminos compartidos. «Llegar al albergue y que te reciban con una botella de vino y una hogaza de pan es llegar y besar el santo, nunca mejor dicho», asegura el zaragozano. Hugo cuenta con anhelo que sí es posible completar la peregrinación, pese a su corta edad.

Hace siete días, Beatrice comenzó su primer viaje por la ruta más famosa: el Camino Francés. Tener que viajar de Milán a Francia no es un impedimento para ser partícipe de la ceremonia de recibimiento entre vino, pan y abrazos en el albergue de Logroño.

Beatrice viaja con dos amigos italianos (Asia y Giuseppe) a los que conoció en la ruta. Ya instalada en el albergue, aguarda a la celebración del brindis que dará paso a la misa de peregrinos. Es grato para ella observar un ambiente familiar de risas, bienvenidas, abrazos y hospitalidad que representa en unión

Para José, ser peregrino es una tradición. Los caminos los ha empezado en la puerta de su casa en Barcelona, una experiencia que no tiene edad ni nacionalidad ni color y una aventura de la que disfruta desde 2009. Esta temporada se encuentra como hospitalero en el albergue municipal de Logroño. Cada día recibe a los peregrinos con un fuerte abrazo, mientras asigna a cada caminante su litera.

Perico descansa de peregrinaciones durante este año, pero espera poder encontrar tiempo para reanudar sus andaduras. Mientras tanto, anima a cualquiera que tenga aunque sea un pequeño interés en hacer el Camino a que se lance, «aunque solo sea para hacer una etapa, la recompensa está en el intento», comenta en un tono alegre y sereno.

Nazarino Martín, apodado por su apellido cómo 'Martín', es peregrino desde 1998 y también hospitalero desde 2006 en el albergue municipal de Logroño. Aunque realmente sea de León, está afincado en Logroño desde ese año. «Yo empecé a hacer el Camino porque tenía ansiedad», recuerda Martín. La hermandad del albergue lo ayudó con su salud emocional y ahora recalca con satisfacción que «ser peregrino del Camino de Santiago es haber encontrado algo más valioso que nunca imaginé, una familia».

También da las gracias al sector comercial y hostelero orientado a los peregrinos porque, sin la ayuda de este mercado, el Camino no sería el mismo. Además, anima a muchos a venir a ser parte de la comunidad, ya que «hay lugar para todos».

Además de Pepico y Martín, también está Natividad. La logroñesa empezó el Camino junto a su grupo de amigos. Cuenta la alegría que le da ver a otros peregrinos reunidos, creando amistades duraderas. Para ella, es una experiencia que se comparte en cuerpo y en espíritu. «Dar pan y vino y acompañar con una sonrisa en el albergue es símbolo de hermandad», añade con ilusión.