Las escalas riojanas de la infección

En su caso, la semana pasada fue él quien acudió a visitar a la médico de Casalarreina quien, tras auscultarle, le recomendó acudir al hospital. Él decidió ir al de Miranda de Ebro (Santiago Apostol). De allí no ha salido. El COVID-19 estaba presente en su cuerpo.

En Casalarreina, como sucede en Maristas y en el Palacio de Justicia de Logroño, todos los vecinos hablan de lo mismo, confirma su alcalde, Félix Caperos. Lo hacen sorprendidos, sí, pero sin augurios apocalípticos de por medio. «Sí que llama la atención, pero no es algo que esté generando pánico», explicaba a primera hora de la tarde de ayer. De momento, la rutina sigue invadiendo el callejero riojalteño. «No se ha establecido ningún tipo de control especial en el pueblo», aseguraba Félix Caperos a expensas de que Salud pueda fijar algún protocolo.

La tercera de las paradas es el Palacio de Justicia. Allí, en la calle Marqués de Murrieta trabaja el segundo de los infectados de la capital riojana, cuyo caso se confirmó en la jornada de ayer. Letrado de la Administración de Justicia (antiguos secretarios judiciales), según ha trascendido es vecino del trabajador del hospital de Txagorritxu, el primer caso de La Rioja. Pese a no presentar síntomas, sí figuraba entre los contactos de aquel y se sometió a unas pruebas de control cuyo resultado fue positivo. Como él, otros residentes del bloque de Cascajos en el que viven también han sido sometidos a controles por parte de Salud, apuntan fuentes vecinales. Hasta el momento han dado negativo.

Como en todos los escenarios anteriores, su caso protagonizó no pocos corrillos del Palacio de Justicia en donde, al menos hasta el momento, tampoco se han adoptado más medidas excepcionales que las establecidas por las autoridades sanitarias una vez que se ha confirmado un caso de COVID-19.