La madre y la abuela de Carolina la durmieron y la asfixiaron con las manos y la ayuda de un chupete, según el fiscal
Adriana Ugueto, que será juzgada como presunta asesina de su hija por un jurado popular entre el 31 de enero y el 17 de febrero, se enfrenta a la pena de prisión permanente revisable que solicita la Fiscalía
Fue en la habitación 404 del Hotel Los Bracos de Logroño, un cambio de última hora que Adriana Ugueto y su madre, Olga Febles, introdujeron al plan para acabar con sus respectivas vidas y con la de la pequeña Carolina Corral (5 años), hija de la primera y nieta de la segunda, porque su idea inicial era hacerlo en el domicilio familiar. Ese es solo uno de los detalles que revela el escalofriante escrito de acusación que el Ministerio Fiscal ha presentado contra la presunta filicida, para la que pide prisión permanente revisable como autora, con el agravante de parentesco, del asesinato de su hija. Lo hizo, según esa versión, junto a su madre (que después se arrojó al Ebro) durmiendo primero a la menor para, a continuación asfixiarla con las manos y con la ayuda de un chupete. Los nueve miembros del jurado que se constituirá el próximo 28 de enero tendrán la última palabra.
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El crimen de Carolina, que se juzgará desde el 31 de enero en la Audiencia Provincial, no fue fruto de un arrebato puntual, de un enajenamiento momentáneo en el que madre y abuela decidieran acabar con su vida. No. El Ministerio Fiscal sostiene que esa idea rondó la cabeza de ambas durante semanas y que, poco a poco, se fueron convenciendo de que la única salida para sus vidas era el suicidio: en el caso de Adriana Ugueto, por la frustración que sentía después de que la justicia concediera la guardia y custodia de Carolina a su progenitor; en el de Olga Febles, por una presunta estafa sufrida a través de Internet que le llevó a la ruina. Dos suicidios que, en todo caso, nunca contemplaron desvinculados del asesinato de su hija y nieta.
Relata la Fiscalía que Adriana Ugueto y su madre «estaban muy unidas, mantenían una relación muy estrecha, compartiendo todo lo que le sucedía a cada una, trabajando juntas en una tienda que regentaban en la localidad burgalesa de Miranda de Ebro». Fruto de esa estrecha relación, Adriana «llegó a comentar a su madre que sufría por no estar siempre con su hija, y tenía pensamientos autolíticos». En la misma línea, su madre, acosada por los problemas económicos derivados de una presunta estafa, «le anunció su intención de acabar con su propia vida». Dice el escrito de acusación del Ministerio Público, que tras esas conversaciones Adriana dio un paso definitivo y le dijo a su madre que ella también tenía la intención de «causarse también la muerte y, además, causar la muerte de su hija, la menor Carolina, como último acto posesivo, en venganza y resentimiento hacia el progenitor de la menor [del que se había separado al poco de nacer Carolina], al no soportar que la niña estuviera con él».
A partir de ese momento, empiezan a surgir los rastros que fue dejando su plan: el primero está en el historial de búsquedas de sus respectivos teléfonos móviles: «comprar veneno , comprar cianuro, mata ratas, muribrom, bromadodiolona, cortarse las venas, asfixia de una persona, cuanto tiempo demora en morir una persona que se corta las venas, cuanto tiempo tarda una persona en morirse desangrado por corte de arteria del brazo si la persona no reciba ayuda médica, un veneno amargo fácil de encontrar , envenenamiento…». Acabaron optando por el Noctamid 2'5 mg/ml, un medicamento para la normalización del tiempo necesario para la conciliación del sueño y su duración total, al tiempo que reduce el número interrupciones del mismo y poniendo fecha a su muerte y al asesinato de Carolina: «El fin de semana del 24 al 26 de enero del 2020, ya que ese fin de semana le correspondía a Adriana Ugueto la guarda de la menor Carolina».
El plan se torció ligeramente cuando el hermano Adriana, que estudiaba en Madrid, acudió a Haro a pasar el fin de semana, por lo que decidieron que ejecutarían su plan lejos del domicilio familiar. El sábado 25 de enero, Adriana hacía una reserva a las 21.36 horas a través de Booking en el hotel Los Bracos de Logroño. «La reserva se hizo para dos noches, con ninguna intención de devolver a la menor Carolina a su progenitor a las 20:00 horas del domingo del día 26 de enero de 2020», dice el Fiscal.
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Antes de las 6.43 horas de ese 26 de enero, Adriana, su madre y la pequeña Carolina se montaban en su Ford Mondeo y se trasladaban a Logroño. A las 8.15 horas, se registraban en el hotel. Nadie más volvería a ver a la pequeña Carolina con vida. En la puerta de la habitación 404 colocaron el cartel de no molestar.
¿Qué pasó dentro de la habitación 404? El relato de la Fiscalía aclara alguno de los hechos para sostener que Adriana y Olga le administraron a Carolina una dosis indeterminada de Noctamid 2'5 (la autopsia reveló que la madre le había estado administrando al menos durante 4 meses ese medicamento). «La dosis de lormetazepam suministrada, provocó que la menor Carolina se durmiera profundamente, y sin ninguna posibilidad de defensa por parte de la menor, aprovechado ese momento y siguiendo con el plan preconcebido, presionaron la boca y la nariz de la menor, que portaba un chupete en la boca, hasta cortarle la respiración, acabando con su vida por asfixia». Eran entre las 13.30 y las 19.00 horas del domingo día 26 de enero. Cuando al día siguiente la Policía Nacional entró a la habitación 404, el cuerpo de la menor presentaba evidentes muestras de la presión que efectuaron para acabar con su vida.
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Completada la primera parte del plan, a las 17.16 horas Olga Febles (la abuela de la niña) abandonó la habitación del Hotel Los Bracos, dirigiéndose al Mirador del Ebro del Parque de La Ribera, en la parte trasera de la plaza de toros «para acabar con su vida», dice el fiscal, que sostiene que se arrojó , arrojándose al Ebro (su cadáver apareció a las 13.30 horas del 28 de enero). En su bolso apareció una caja de medicamento Noctamid 2'5 mg/ml, dos cuchillos cerámicos de 13 y 10 centímetros de longitud de hoja y dos memorias USB.
En la habitación quedó Adriana Ugueto, a quien, antes de arrojarse al Ebro, su madre intentó ayudarle mientras se provocaba «cortes en la muñeca izquierda de 6 centímetros, que no afectaba a planos profundos; en la muñeca derecha de aproximadamente 4 centímetros, que dejaba ver paquete tendinoso; en la muñeca izquierda, una herida incisa de 4 centímetros que dejaba ver paquete tendinosos; en la región cervical derecha, una herida incisa de aproximadamente de 2 centímetros en zona supraclavicular que no afectaba planos profundos; en la pierna derecha y en la izquierda, varios cortes superficiales». Insuficientes para acabar con su vida; suficientes para cubrir de sangre toda la habitación.
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A la mañana siguiente, Adriana Ugueto «se asomó varias veces a la ventana de la habitación 404, que daba un patio interior, sacando la cabeza y las piernas al alfeizar».
Un vecino, avisó al hotel y a la Policía Nacional.
El relato de lo ocurrido, a través de las noticias de Diario LA RIOJA
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